El hembrismo misándrico se apodera de la policía

Entrada en Facebook de la Guardia Civil de Tomelloso

“Luchamos contra la Violencia de Genero, pero también contra las denuncias falsas”. Así comienza el post que la  Guardia Civil de Tomelloso (Ciudad Real) ha publicado en Facebook sobre una supuesta denuncia falsa de violencia machista formulada por una mujer. El texto, acompañado por un vídeo en el que una mujer golpe a un hombre y su vehículo, explica que la protagonista denunció a su compañero por malos tratos tras la grabación de esas imágenes.

El post ha recibido numerosas críticas por equiparar la gravedad de la violencia machista, con  14 víctimas mortales confirmadas en lo que va de año y miles de casos en todo el país, con las denuncias falsas, que según la memoría de la Fiscalía General del Estado en 2014 solo afecta al 0,010% de las denuncias por malos tratos.

Los comentarios de diversos usuarios han llevado a la propia comandancia en Tomelloso a aclarar que su post no pretendía poner “en ningún momento en duda la veracidad de las denuncias de violencia de género”, sino mostrar “un hecho que había ocurrido”. Sin embargo, ha mantenido publicado el contenido.

No es la primera vez que la Guardia Civil genera polémica por sus afirmaciones sobre violencia de género en redes sociales. En abril, el perfil oficial del cuerpo equiparó en Twitter la violencia de mujeres y hombres con la imagen del montaje de un cartel difundido por una organización que rechaza las leyes contra la violencia machista aprobadas en los últimos años en nuestro país. Las críticas obligaron a la Guardia Civil a retirar el tuit y pedir disculpas.

Fuente: http://www.eldiario.es/rastreador/Guardia-Civil-incidencia-violencia-denuncias_6_395170486.html

Tenemos que pedir disculpas. Siempre evitamos usar términos conspiranoicos como ‘matriarcado’. Pero si no es matriarcado ¿que es esto en lo que estamos? que alguien nos lo diga por favor. ¡Es una locura!

Podemos apreciar como el lobby hembrista que ha infectado nuestro país, también tiene secuestrada a la policía, que es la que se encarga de hacer justicia. La página de facebook de esta policía ya no existe.

Ahora es malo equiparar todo al machismo, porque el machismo es lo peor que existe, es peor que el infierno. No hay nada mas malo que el machismo. Ni siquiera que un hombre se suicide tras perder los niños, la casa, el coche, el trabajo y que le impongan una paga; que va, esto no es tan grave como el machismo, esto no es nada. (SARCASMO).

Cada día tenemos mas claro que el hembrismo se ha apoderado de las instituciones de nuestro país. Bienvenidos al Matriarcado. Si no ¿como deberíamos llamar a este desequilibrio moral y social que perjudica a los hombres? Claro, mejor decimos que no existe. Es “el plan perfecto del diablo”, hacernos creer que no existe.

Este hembrismo psicópata, misandrico, heterofóbico, que no existe pero se ha apoderado de nuestras instituciones, es perfecto si lo que se pretende es reducir la población. Ya que muchos hombres decidiremos ir por nuestro propio camino, y no casarnos nunca, ni depender de las leyes del sistema. O quizá emigrar a otro país donde no exista el hembrismo, pero que no exista de verdad, no como aquí, que no existe pero de mentira.

Caprichos del Feminismo y Crisis del Masculinismo – ¿Sordas Intentando Domesticar Hombres?

Artículo feminista:

La crisis de masculinidad y los “nuevos hombres”

Algunos historiadores norteamericanos fechan la aparición de la crisis masculina en Estados Unidos a finales del siglo XIX, cuando las mujeres se incorporaron al mercado laboral y comenzaron a luchar por sus derechos. Pero es en el siglo XX, en la década de los 80, cuando florecen los artículos e investigaciones sobre la crisis de la masculinidad en España, en Francia, en EEUU y Latinoamérica, especialmente en Argentina.

En los 90 los medios de comunicación masivos comienzan a hablar del tema: el 28 de Septiembre The Economist daba la señal de alarma con su apertura de portada:  “The trouble with men”.  Desde entonces hasta hoy, no sólo se han multiplicado los estudios sobre masculinidades;  también se ha desarrollado todo un movimiento social y político que está sacudiendo los cimientos del patriarcado en muchos países. Son los hombres igualitarios, que están reflexionando sobre esta crisis masculina y se han sumado a la lucha por la igualdad, desde el trabajo de calle, y desde la academia.

Una de las causas de esta crisis es que los hombres posmodernos han perdido sus modelos de referencia, según R. Conell (Australia). No les sirven los modelos tradicionales, como el de sus abuelos o padres, porque ellos fueron educados en la cultura patriarcal y por tanto vivieron siendo dependientes de sus mujeres, autoritarios, con dificultad para establecer relaciones íntimas y para expresarse emocionalmente.

Muchos sufren una gran carga de inseguridad sobre cuál es su papel, y tienen miedo a perder importancia o a sacrificar su virilidad. No saben relacionarse con hombres gays y odian a las mujeres feministas, y algunos emplean la violencia, tratando desesperadamente de ejercer su poder sobre su entorno, especialmente sobre las mujeres cercanas. En todo el planeta, los hombres se suicidan más que las mujeres y mueren en actos de imprudencia porque tienen menos herramientas para gestionar sus emociones. No saben cómo hacer frente al miedo, al odio, a la desesperación, a la tristeza; por eso es frecuente que recurran a la violencia, contra sí mismos o contra los demás.

Eduardo Bognino, psiquiatra y miembro de AHIGE y PPina, cree que la presión social sobre los “machos” ha sido devastadora para la salud mental y emocional de muchos millones de hombres. Esto es debido a que la masculinidad tradicional está sometida a constantes pruebas; un hombre ha de estar demostrando continuamente que no es una mujer, que no es un niño, que no es homosexual. Tiene que demostrar que es valiente, agresivo, activo, aunque tenga que poner su vida y la de otros en peligro. Los hombres, para demostrar su virilidad, tienen que ser exitosos en su trabajo; promiscuos, fértiles y potentes en el ámbito de la sexualidad. Crecen y construyen su identidad rechazando todo lo que tenga que ver con la feminidad;  las mujeres son siempre “lo otro”, aquello que uno no es.

En las películas, los videojuegos, los cómics, las series de televisión, se aprecia  una falta de diversidad  en los modelos masculinos; unos son machos alfa en acción, otros donjuanes, y  otros son unos “calzonazos” que no saben dominar a sus mujeres. Gracias a la mitificación de la violencia viril de nuestra cultura, la mayor parte de los hombres quieren ser vencedores, héroes o conquistadores de mujeres. La cantidad de mujeres que pueden seducir es la prueba de su hombría, de ahí que se les eduque para ser promiscuos, y para relacionarse con las mujeres únicamente  desde la necesidad. Por eso el papel de las mujeres ha sido siempre el de satisfacer sus demandas sexuales, y además ejercer de criadas para cubrir sus necesidades afectivas y materiales.

Con la revolución feminista, muchas mujeres dejaron de configurar su vida en torno a la necesidad de ser poseída por un hombre, y se rebelaron contra la doble moral sexual que les obliga a ser fieles y que en cambio premia la promiscuidad masculina. Las mujeres posmodernas reclaman a sus compañeros  mayor implicación sentimental y más comunicación, reparto igualitario de las tareas domésticas, relaciones plenas que no se basen en la evitación o la huida. Las mujeres de hoy ya no quieren cumplir el papel de “freno de mano” del hombre, y muchas se rebelan contra el rol de madre que han de cumplir para que sus maridos se comporten como personas adultas.

A algunos hombres les cuesta relacionarse igualitariamente con su familia o su pareja porque los entornos “masculinos” (trabajo, deportes, negocios, política) son jerárquicos y competitivos, y  porque con respecto a las mujeres siempre se han situado o bien en un plano superior, o en un plano de dependencia emocional. Además, han sido educados para reprimir sus emociones, y esta falta de expresividad les está pasando factura. Les cuesta abrirse y compartirse, comunicar, mostrar cariño en público a otros hombres, mostrar miedo o debilidad. Porque fueron educados para ser machos heterosexuales, duros, promiscuos, fuertes, inquebrantables; se les mutiló para que no se dejen llevar por la sensibilidad o los sentimientos bajo el lema “los hombres no lloran”.

Por todo esto a los varones les cuesta relacionarse en un plano de igualdad, y por esto las parejas también están en crisis. El modelo de relación basado en la dominación y la sumisión ya no funciona ahora que las mujeres pueden trabajar y no necesitan marido para sobrevivir. La liberación de las mujeres ha logrado que no nos relacionemos ya desde la necesidad de tener un proveedor, sino desde la libertad para compartir la vida con quien una desee.

Mientras las mujeres han ido empoderándose, los hombres sienten que han perdido su función como papel de proveedor principal, cabeza de familia, rey de su casa y amo de sus propiedades, su mujer, sus hijos e hijas. Ya no son necesarios ni para la defensa, ni para el mantenimiento del hogar, ni para la reproducción, como lo demuestra el aumento de familias monoparentales encabezadas por mujeres autónomas, y como lo demuestra el creciente uso de las técnicas de reproducción asistida.

La autoridad del pater familias ya no es sagrada. Ahora todo es negociable y las familias son democráticas: en casa se hablan las cosas y se llega a acuerdos, se reparten tareas, se apoya a quien lo necesita. Las mujeres se las arreglan solas ante los “maridos ausentes” (cada vez existen más jefas de hogares monoparentales en todo el mundo).  Los “padres ausentes” van perdiendo todo su poder porque no están, porque no son, porque son incapaces de comunicarse ni de vincularse emocionalmente con sus hijos/as. Ahora el respeto y el cariño hay que ganárselo, y muchos no saben por dónde empezar.

Y es que a muchos hombres les cuesta comprometerse. Con las mujeres, con los hijos, con las responsabilidades de la vida. Su constante deseo de escapar (de sí mismo, de sus sentimientos, de sus compromisos, de sus problemas, de su paternidad) revela, según algunos expertos en los estudios de las masculinidades,  la inmadurez de algunos para hacer frente a la vida.

Enrique Gil Calvo, sociólogo español, habla con naturalidad, en un proceso de autocrítica, del egoísmo de género, según el cual los varones sumidos en la tradición machista  siguen siendo pequeños tiranos acostumbrados a que sus necesidades y deseos sean atendidas de inmediato. Son muchos los que desean poder disfrutar de la impunidad de la infancia, por eso les gusta sentirse controlados, vigilados y regañados por sus compañeras. La libertad se les antoja insoportable, porque no saben qué hacer con ella. Por eso prefieren pasar de la madre a la esposa sin asumir su adultez, y pretenden que ambas cumplan su papel maternal hasta el fin de sus días.

Los “nuevos” varones, en cambio, apoyan el empoderamiento de sus amigas, de sus amantes, de sus compañeras, de sus madres y hermanas. Educan a sus hijas para que estudien y se desarrollen profesionalmente, para que sean autónomas y se emparejen con quien deseen, sin las presiones sociales de antaño. Felicitan a las mujeres de su entorno el 8 de Marzo, se manifiestan junto a ellas para reivindicar la igualdad; pero aún son muchos los que se sienten culpables porque no son capaces de ceder sus privilegios de clase.

Son los que “ayudan” en las tareas domésticas sin asumirlas como propias. Son los que cortan el césped del jardín pero jamás limpian la mierda de los retretes.  Son aquellos que evaden sus obligaciones poniendo como excusa la ignorancia o la torpeza masculina en asuntos domésticos, como si encargarse de ellos fuese una habilidad exclusivamente femenina que estuviese en la naturaleza de las mujeres desde el principio de los tiempos.

El “nuevo hombre” se enfrenta a una libertad desconocida para configurar su identidad, y eso le angustia, porque ha de inventarse nuevos modos de ser y de relacionarse y no sabe muy bien por dónde tirar. Algunas mujeres se quejan de la indecisión masculina, de la inseguridad que les paraliza, de su falta de madurez. El  varón posmoderno no sabe si las mujeres desean machos posesivos o compañeros de viaje,  y sufre por las contradicciones internas entre el discurso y la práctica, entre el deseo de igualdad y las estructuras machistas que habitan en todos los hombres y mujeres educadas en la tradición patriarcal.

Algunos aceptan el desafío y están explorando caminos desconocidos, rompiendo las barreras que les limitan, liberándose de la opresión que sufren desde que están en la cuna. Estos aventureros están re-pensando la masculinidad hegemónica y la diversidad de las masculinidades, están haciendo autocrítica, están planteándose nuevos retos, y se atreven por fin a construir su propia identidad al margen del machismo y la homofobia de nuestra cultura patriarcal. No es fácil porque todos llevamos incorporados estos esquemas, estos roles, estos estereotipos que nos dicen como es un “verdadero” hombre o como es una “verdadera” mujer. Pero basta con darse cuenta de que hoy la identidad no es un producto acabado, sólido, estable, sino que es más bien un proceso en el que todo cambia.

Muchos se unen para organizarse y forman  grupos de Hombres Igualitarios. Trabajan en varias áreas: activismo, talleres, encuentros, intercambios, terapias grupales e individuales, charlas, capacitaciones, investigación. En estos grupos se juntan varones de todas las edades y clases sociales, de diferentes religiones e ideologías, con un objetivo común: hablar. Hablar de sí mismos, analizar la educación que han recibido, cómo se sienten ahora, y qué pueden aportar ellos a la lucha por la igualdad y los derechos humanos.

Estos grupos de Hombres escriben en webs y blogs, publican libros, comparten información, crean redes de grupos masculinos, se reúnen en congresos internacionales, lanzan campañas a favor de la paternidad, salen a la calle a protestar contra la violencia hacia las mujeres o contra la explotación de esclavas sexuales. Trabajan con hombres maltratadores, realizan talleres de prevención con adolescentes, deconstruyen la masculinidad tradicional opresora, y reivindican otras masculinidades diferentes, otras formas posibles de ser y estar en el mundo.

Los hombres igualitarios desean mejorar sus relaciones con los amigos, sus relaciones sexuales y sentimentales, sus vínculos familiares. Reivindican su derecho a ejercer y disfrutar de la paternidad. Están revolucionando sus relaciones en la cama, en el trabajo, en la familia, y comienzan a sentir que tienen nuevos roles, nuevas metas, nuevas inquietudes. Estos nuevos varones están marcando el camino hacia una cultura más pacífica y amable, de relaciones más igualitarias y afectos más diversos.

El gran reto ahora, creo, es la lucha por la conciliación laboral y familiar. Los hombres quieren disfrutar de la crianza y la educación de los niños y las niñas, de modo que están pidiendo a los gobiernos y las empresas que permitan a los padres disfrutar de los mismos derechos y obligaciones que las madres.

Creo firmemente que es necesario que hombres y mujeres trabajemos unidos, porque lo que beneficia a unas, beneficia también a los demás, y porque tenemos el mismo sueño: una sociedad igualitaria en la que no se discrimine a la gente por sus diferencias, una sociedad sin jerarquías ni luchas de poder, una sociedad pacífica e inclusiva en la que tengamos toda la libertad para configurar nuestras identidades  al margen de las imposiciones sociales, y más allá de las etiquetas.

Fuente: http://www.lr21.com.uy/comunidad/1055105-la-crisis-de-masculinidad-y-los-%E2%80%9Cnuevos-hombres%E2%80%9D

 

La crisis del masculinismo está convenientemente mal entendida. El feminismo necesita hombres débiles para hacer mujeres fuertes.

No tengo costumbre de ir contradiciendo punto por punto, pero este artículo lo merece. Estamos dudando del título de doctora de esta señora, porque del feminismo ya dudábamos antes.

Muchos sufren una gran carga de inseguridad sobre cuál es su papel.

Esto simplemente es falso, lamento no poder dar una explicación larga. Ningún hombre que se valore tiene cargas de inseguridad a cerca de su papel. Aquí no hay papeles, nos los comemos todos. Somos igual de autosuficientes y seguros todas las personas, hombres y mujeres, la inseguridad no tiene nada que ver con el género.

Tienen miedo a perder importancia o a sacrificar su virilidad.

No tenemos miedo a perder importancia, simplemente, sabemos que el feminismo no nos da importancia, y nuestra respuesta a eso es daros la espalda. Inicialmente el masculinismo trató de tender la mano al feminismo, pero este último actuó de forma imperante y totalitaria sin querer saber nada de nosotros, ni nuestro punto de vista, ni nuestra opinión, ni nuestra participación. El feminismo es el que inició la desigualdad ignorando a los hombres.

Nosotros estamos seguros de ser hombres, y de nuestra masculinidad aunque no queraís verlo. No tenemos culpa de que el feminismo sea así de ciego y vea lo que le de la gana ver. Vuestras doctrinas en los centros educativos y vuestra publicidad en la televisión no sirven para nada. Sabemos que todo es manipulación.

No saben relacionarse con hombres gays y odian a las mujeres feministas.

El asunto de los gays, simplemente es falso sin nada mas que discutir. Me parece una tontería como un castillo de grande y nos hace dudar muchísimo de su título de doctora.

En general los hombres no odiamos a las mujeres feministas. Si que rechazamos a las feministas porque el feminismo de los últimos años, ha demostrado que nos trae desigualdad, o como dijo Toni Cantó “igualdad contra los hombres”. Y es que hasta un niño de 3 años sabe entender que un problema que afecta a dos, se soluciona entre dos, pero vosotras feministas nos disteis la espalda, y lo seguiremos repitiendo hasta que dejéis de darnos la espalda. Aunque lamentablemente la mayoría de los hombres ya no esperan que querrais dialogo. El feminismo de estos últimos años nos hizo mucho daño. No fumos nosotros quien nos quitamos valor a nosotros mismos, fuisteis vosotras quienes nos visteis con menos valor. Pero podéis ver lo que queráis ver, ya nos da igual. Como movimiento no queremos ser totalitarios y caer en vuestros defectos, como movimiento deberíamos seguir tendiéndoos la mano, ya que masculinismo y feminismo, en teoría ambos buscan la igualdad. Eso como movimiento, pero individualmente, cada hombre es mas difícil, suerte si encontráis alguno que aun confíe en el feminismo. Incluso tenéis mujeres detractoras del feminismo a las que vosotras criticáis. Vuestra ideología da a entender que “o feminismo, o nada”. Eso es muy egoísta.

Algunos emplean la violencia, tratando desesperadamente de ejercer su poder sobre su entorno, especialmente sobre las mujeres cercanas.

De nuevo manipulando. Sacando el tema de que necesitamos violencia porque es lo único que sabemos hacer. Pues no, también sabemos daros la espalda pacíficamente. Quizá no os hayáis dado cuenta, pero nuestro empoderamiento es distinto al vuestro. Nosotros lo hacemos individualmente y personalmente. La crisis de masculinidad que vosotros veis, es nuestra espalda, porque nosotros, estamos muy bien.

En todo el planeta, los hombres se suicidan más que las mujeres y mueren en actos de imprudencia porque tienen menos herramientas para gestionar sus emociones.

En todo el planeta los hombres tenemos trabajos mas duros que las mujeres, pero en temas de igualdad, no queréis saber nada de esto.

En cuanto a los sentimientos, volvemos a dudar de su doctorado. Los hombres no necesitamos permiso ni aceptación ni el punto de vista de las mujeres para expresar o no expresar nuestros sentimientos. El que quiere lo hace y el que no no. Ninguna de las dos opciones es criticable, porque es elegida por cada uno personalmente. No os habéis percatado de nuestra evolución. Mirad nuestra espalda de nuevo y preguntaos porque os la estamos dando.

No saben cómo hacer frente al miedo, al odio, a la desesperación, a la tristeza; por eso es frecuente que recurran a la violencia, contra sí mismos o contra los demás.

Lo mismo que lo anterior, pero esta vez de nuevo con el tema de la violencia. Ya sabemos que esto es manipulación. Mas quisierais que fuésemos violentos, parece que necesitáis un enemigo del que quejaros porque ya se os acabó la verdadera lucha, la que os dio igualdad. ¿Que puede hacer un movimiento cuando ya ha conseguido su objetivo? No tiene sentido. Nosotros en cambio, si esperamos desaparecer cuando cumplamos nuestros objetivos. Es lo justo.

Eduardo Bognino, psiquiatra y miembro de AHIGE y PPina, cree que la presión social sobre los “machos” ha sido devastadora para la salud mental y emocional de muchos millones de hombres. Esto es debido a que la masculinidad tradicional está sometida a constantes pruebas; un hombre ha de estar demostrando continuamente que no es una mujer, que no es un niño, que no es homosexual.

Tiene que demostrar que es valiente, agresivo, activo, aunque tenga que poner su vida y la de otros en peligro. Los hombres, para demostrar su virilidad, tienen que ser exitosos en su trabajo; promiscuos, fértiles y potentes en el ámbito de la sexualidad. Crecen y construyen su identidad rechazando todo lo que tenga que ver con la feminidad;  las mujeres son siempre “lo otro”, aquello que uno no es.

Que curioso, este es el punto de vista siempre, de las personas que se dedican a poner esas pruebas. ¿Aun no os habéis percatado que no necesitamos ser puestos a prueba? La única presión que tenemos, es nuestra lucha contra nuestra desigualdad: custodia, violencia hembrista, igualdad legal integral en todos los ámbitos menos en los de fuerza mayor como el embarazo. Aquí en este párrafo, ya uno empieza a plantearse: “¿No estarán intentando redefinir a los hombres a su gusto?”. Esto sería un gran error. Ya que de intentarlo, ni siquiera nuestra espalda veríais. No veríais nada. Un hombre de verdad, ignora las pruebas y rechaza a quien se las hace. Nuestra seguridad individual invisible para vosotras nos lleva a una seguridad colectiva que tampoco nos preocupa mucho. Así es ¿por que ha de preocuparnos? no pensamos igual que vosotras, es todo. Si necesitáis poner a prueba a un hombre para ver si este está seguro, seréis vosotras las que empezaréis el error.

En las películas, los videojuegos, los cómics, las series de televisión, se aprecia  una falta de diversidad  en los modelos masculinos; unos son machos alfa en acción, otros donjuanes, y  otros son unos “calzonazos” que no saben dominar a sus mujeres.

No vamos a entrar en el terreno de la fantasía y sus ventas, si quieres te podemos poner en contacto con cuarto milenio o algo parecido y le cuentas tu historia.

En cuanto a lo de calzonazos, los habrá, por supuesto, hay hombres débiles. Y son estos a los que os gusta criticar quizás.

En cuanto a los que no saben dominar a sus mujeres. Es mas sencillo que eso, si tenemos que estar pendiente de una mujer que necesita ser dominada para no ser mala, simplemente no estaríamos con esa mujer. Somos inexpugnablemente sencillos y no nos preocupa que no os guste. Simplemente queremos que no nos traten mal, como puede quererlo cualquier otra persona, hombre o mujer. Pero en este párrafo se  nos compara con los calzonazos, que como ya dije, los habrá.

Gracias a la mitificación de la violencia viril de nuestra cultura, la mayor parte de los hombres quieren ser vencedores, héroes o conquistadores de mujeres. La cantidad de mujeres que pueden seducir es la prueba de su hombría, de ahí que se les eduque para ser promiscuos, y para relacionarse con las mujeres únicamente  desde la necesidad. Por eso el papel de las mujeres ha sido siempre el de satisfacer sus demandas sexuales, y además ejercer de criadas para cubrir sus necesidades afectivas y materiales.

No es una mitificación, simplemente es algo que no queréis ver porque os conviente. Hoy en día, en el marco de la pareja heterosexual, la cantidad de hombres maltratados roza a la de mujeres maltratadas, por primera vez estámos a punto de converger, y esto lo expliqué bien en noticias anteriores.

No se nos puede encasillar en que queremos ser, queremos ser nosotros mismos sin que se nos encasille. Queremos ser personas, igual que vosotras, pero por alguna razón se negáis a vernos así. No necesitamos seducir a muchas mujeres para sentirnos bien, quien quiera que lo haga y quien que no lo haga. Esto no va con el género, va con la persona. Nuevamente, señora, nos preguntamos a cerca de su título de doctora, ¿donde ha tomado usted esta información? ¿utilizó algún método que limite los resultados?.

La mayoría de hombres ni presta atención al movimiento masculinista porque su vida es perfecta en el marco de los temas que estamos tratando. Por eso detectamos un encasillamiento, una manipulación y una redefinción del hombre al antojo de las mujeres. Incluso mujeres de nuestro entorno cercano, continúan hablando de esta crisis de masculinidad como si tuviéramos un problema. No tenemos ningún problema, simplemente damos la espalda a vuestro problema de discriminación con nosotros, porque está visto y comprobado que no queréis diálogo, que lo que queréis es dirigir la igualdad sin nosotros. Ya muchos y cada vez mas, nos negamos a poner nuestro punto de vista porque sabemos que automáticamente nos lo rechazan como si fuésemos tontos y no supiéramos quienes somos.

Un hombre poniendo su punto de vista al feminismo es como un si un gorrión que está haciendo su nido, observa a una tortuga que está subida a un poste. El gorrión es el masculinismo, que esta empezando a construirse, y la tortuga en el poste, es el feminismo, nadie sabe como llegó tan lejos, pero no hace nada estando ahí ella sola.

Con la revolución feminista, muchas mujeres dejaron de configurar su vida en torno a la necesidad de ser poseída por un hombre, y se rebelaron contra la doble moral sexual que les obliga a ser fieles y que en cambio premia la promiscuidad masculina. Las mujeres posmodernas reclaman a sus compañeros  mayor implicación sentimental y más comunicación, reparto igualitario de las tareas domésticas, relaciones plenas que no se basen en la evitación o la huida. Las mujeres de hoy ya no quieren cumplir el papel de “freno de mano” del hombre, y muchas se rebelan contra el rol de madre que han de cumplir para que sus maridos se comporten como personas adultas.

Este párrafo en cambio, solo habla de mujeres. Y desde el punto de vista y análisis masculino, nos parece correcto. No tenemos ninguna lucha. Queremos igualdad, sabemos que tenemos que colaborar en casa. Todo correcto.

Añadiendo que, y de nuevo, los hombres estamos cansado de ser el freno de mano de los excesos del feminismo. Sabemos que no lo podemos parar, y posiblemente se autodestruya por incoherente. Ya no nos importa, de todas formas no aceptabais nuestro dialogo.

A algunos hombres les cuesta relacionarse igualitariamente con su familia o su pareja porque los entornos “masculinos” (trabajo, deportes, negocios, política) son jerárquicos y competitivos, y  porque con respecto a las mujeres siempre se han situado o bien en un plano superior, o en un plano de dependencia emocional. Además, han sido educados para reprimir sus emociones, y esta falta de expresividad les está pasando factura. Les cuesta abrirse y compartirse, comunicar, mostrar cariño en público a otros hombres, mostrar miedo o debilidad. Porque fueron educados para ser machos heterosexuales, duros, promiscuos, fuertes, inquebrantables; se les mutiló para que no se dejen llevar por la sensibilidad o los sentimientos bajo el lema “los hombres no lloran”.

También os tenemos que dar la razón en esto, aunque con ciertas modificaciones. Normalmente cuando por culpa del género feminino, sufre un hombre, lo llamamos hembrismo, pero en este caso si que es machismo cultural. Sabemos que los hombres entre nosotros hemos sido imbéciles y hemos competido entre nosotros por casi todo. Pero esto hoy en día ya no es así, os actualizo que esto se reduce solamente a un aspecto infantil de algunos niños. El cual debemos seguir corrigiendo. También todo depende del colegio donde estén aprendiendo, de la familia que los cría. Evidentemente ni el feminismo ni el masculinismo pueden estar en todas partes.

Ya de adultos, si tenemos que expresar nuestras emociones a otros hombres, lo hacemos aunque quizás en privado. Ya es cuestión de gusto y respeto y no de represión o cultura.

Y nos gustaría introducir un lema que nos gustaría que os plantearais muy en serio. Ya que seguro que muchos sufrimos este machismo/hembrismo de niños cuando nos dicen “a las niñas no se les pega”. Nos gustaría añadir “a los niños tampoco”. Ya que lo que buscamos es igualdad, porque ¿vosotras también buscáis igualdad, cierto?

Por todo esto a los varones les cuesta relacionarse en un plano de igualdad, y por esto las parejas también están en crisis. El modelo de relación basado en la dominación y la sumisión ya no funciona ahora que las mujeres pueden trabajar y no necesitan marido para sobrevivir. La liberación de las mujeres ha logrado que no nos relacionemos ya desde la necesidad de tener un proveedor, sino desde la libertad para compartir la vida con quien una desee.

De acuerdo con el final. No con el principio. Nos cuesta relacionarnos en un plano de igualdad, porque nos habéis quitado la igualdad con leyes injustas. Y las parejas están en crisis no solo porque la mujer es autosuficiente, cosa que nos parece bien, sino también por como os dijimos antes, damos la espalda al feminismo que cuando ya tiene igualdad, lo que quiere es algo mas allá. Y al igual que habrá mujeres extremistas, también hay mujeres igualitarias; no esperéis que sean las igualitarias las que se quejen de la crisis. Los medios de comunicación siempre atienden al ruido. ¿Te quejas? Pregúntate por que.

Mientras las mujeres han ido empoderándose, los hombres sienten que han perdido su función como papel de proveedor principal, cabeza de familia, rey de su casa y amo de sus propiedades, su mujer, sus hijos e hijas. Ya no son necesarios ni para la defensa, ni para el mantenimiento del hogar, ni para la reproducción, como lo demuestra el aumento de familias monoparentales encabezadas por mujeres autónomas, y como lo demuestra el creciente uso de las técnicas de reproducción asistida.

Muy cerca de su título pero muy lejos de la realidad. Los hombres ya sabemos que las mujeres son autosuficientes y no nos decepciona dejar de ser proveedores. Al contrario, esperamos no serlo, es lo justo en un ambiente de igualdad. Ahora solo importan las personas y no el poder. Tampoco habláis de familias monoparentales de dos hombres. Por favor, nos seguís excluyendo, queremos ver su doctorado. Dentro de esa autosuficiencia tampoco habláis de la igualdad en una separación: ¿os habéis planteado que ya que estamos en igualdad de condiciones, sea la mujer alguna vez la que le pase la pensión a su ex-marido? El feminismo no trata de eso, ¿verdad?. Es igualdad solo lo que os conviene.

La autoridad del pater familias ya no es sagrada. Ahora todo es negociable y las familias son democráticas: en casa se hablan las cosas y se llega a acuerdos, se reparten tareas, se apoya a quien lo necesita. Las mujeres se las arreglan solas ante los “maridos ausentes” (cada vez existen más jefas de hogares monoparentales en todo el mundo).  Los “padres ausentes” van perdiendo todo su poder porque no están, porque no son, porque son incapaces de comunicarse ni de vincularse emocionalmente con sus hijos/as. Ahora el respeto y el cariño hay que ganárselo, y muchos no saben por dónde empezar.

Y es que a muchos hombres les cuesta comprometerse. Con las mujeres, con los hijos, con las responsabilidades de la vida. Su constante deseo de escapar (de sí mismo, de sus sentimientos, de sus compromisos, de sus problemas, de su paternidad) revela, según algunos expertos en los estudios de las masculinidades,  la inmadurez de algunos para hacer frente a la vida.

Desde nuestro punto de vista, con esta revolución de poderes, son las madres las que impiden a los padres involucrarse en el ambiente familiar. Ya lo decía Toni Cantó. Y encima lo criticaron. Ya nadie sabe que queréis.

Y en cuanto a lo de hacer frente a la vida, poco tiene que ver con el género.
Me saltaré los 3 siguientes párrafos por lo mismo.

El “nuevo hombre” se enfrenta a una libertad desconocida para configurar su identidad, y eso le angustia, porque ha de inventarse nuevos modos de ser y de relacionarse y no sabe muy bien por dónde tirar. Algunas mujeres se quejan de la indecisión masculina, de la inseguridad que les paraliza, de su falta de madurez. El  varón posmoderno no sabe si las mujeres desean machos posesivos o compañeros de viaje,  y sufre por las contradicciones internas entre el discurso y la práctica, entre el deseo de igualdad y las estructuras machistas que habitan en todos los hombres y mujeres educadas en la tradición patriarcal.

El nuevo hombre está disfrutando de su nueva libertad ya que “ser jefe” es algo molesto. Quizá será que a las mujeres no les gusta la libertad que tiene el hombre a su manera, y quieren que el hombre tenga libertad a la manera de la mujer.

No sabemos que tipo de compañía queréis, generalmente porque vosotras mismas no os aclaráis, pero esto no es nuevo, esto ha ocurrido siempre. Pero no nos queda mas remedio que ignorar parte del mensaje cuanto este contiene las letras “patriarc”. Nos da alergia porque sabemos que el mensajero quizá sea una de esas extremistas.

Algunos aceptan el desafío y están explorando caminos desconocidos, rompiendo las barreras que les limitan, liberándose de la opresión que sufren desde que están en la cuna. Estos aventureros están re-pensando la masculinidad hegemónica y la diversidad de las masculinidades, están haciendo autocrítica, están planteándose nuevos retos, y se atreven por fin a construir su propia identidad al margen del machismo y la homofobia de nuestra cultura patriarcal. No es fácil porque todos llevamos incorporados estos esquemas, estos roles, estos estereotipos que nos dicen como es un “verdadero” hombre o como es una “verdadera” mujer. Pero basta con darse cuenta de que hoy la identidad no es un producto acabado, sólido, estable, sino que es más bien un proceso en el que todo cambia.

Muchos se unen para organizarse y forman  grupos de Hombres Igualitarios. Trabajan en varias áreas: activismo, talleres, encuentros, intercambios, terapias grupales e individuales, charlas, capacitaciones, investigación. En estos grupos se juntan varones de todas las edades y clases sociales, de diferentes religiones e ideologías, con un objetivo común: hablar. Hablar de sí mismos, analizar la educación que han recibido, cómo se sienten ahora, y qué pueden aportar ellos a la lucha por la igualdad y los derechos humanos.

Estos grupos de Hombres escriben en webs y blogs, publican libros, comparten información, crean redes de grupos masculinos, se reúnen en congresos internacionales, lanzan campañas a favor de la paternidad, salen a la calle a protestar contra la violencia hacia las mujeres o contra la explotación de esclavas sexuales. Trabajan con hombres maltratadores, realizan talleres de prevención con adolescentes, deconstruyen la masculinidad tradicional opresora, y reivindican otras masculinidades diferentes, otras formas posibles de ser y estar en el mundo.

Los hombres igualitarios desean mejorar sus relaciones con los amigos, sus relaciones sexuales y sentimentales, sus vínculos familiares. Reivindican su derecho a ejercer y disfrutar de la paternidad. Están revolucionando sus relaciones en la cama, en el trabajo, en la familia, y comienzan a sentir que tienen nuevos roles, nuevas metas, nuevas inquietudes. Estos nuevos varones están marcando el camino hacia una cultura más pacífica y amable, de relaciones más igualitarias y afectos más diversos.

Creo que son los único párrafo en el que te refieres a nosotros. El resto es concepción errónea.

Aunque te falta mucho por añadir, lo típico que el hembrismo mediático censura sobre el masculinismo. Ya que esta todo subvencionado y dejo de ser del pueblo hace muchos años. Como por ejemplo, la violencia contra los hombres, siempre censuráis esto, y por eso os damos la espalda.

Nosotros en cambio criticamos también cuando los hombres se pasan de la raya. Me gustaría veros a vosotras haciendo eso.

El gran reto ahora, creo, es la lucha por la conciliación laboral y familiar. Los hombres quieren disfrutar de la crianza y la educación de los niños y las niñas, de modo que están pidiendo a los gobiernos y las empresas que permitan a los padres disfrutar de los mismos derechos y obligaciones que las madres.

Creo firmemente que es necesario que hombres y mujeres trabajemos unidos, porque lo que beneficia a unas, beneficia también a los demás, y porque tenemos el mismo sueño: una sociedad igualitaria en la que no se discrimine a la gente por sus diferencias, una sociedad sin jerarquías ni luchas de poder, una sociedad pacífica e inclusiva en la que tengamos toda la libertad para configurar nuestras identidades  al margen de las imposiciones sociales, y más allá de las etiquetas.

Todo de acuerdo. Pero contradictorio entonces con el resto de tu escrito.


Para Coral HG
De Masculinismo

Le planteamos seriamente que deje de lado sus estudios y deje de preconcebirnos o de reconcebirnos y nos mire tal cual somos.

Los hombres dejarán de ignorar el feminismo, cuando las feministas dejen de imponer su idea sin evaluación del hombre y contra el hombre.

Mientras tanto podéis seguir en vuestro mundo de fantasía femenina donde lo sabéis todo de todos, donde siempre hacéis lo correcto, donde siempre lleváis razón, donde no necesitáis otro punto de vista, donde todo vale contra el hombre, donde la crisis masculina esta definida por la mujer porque el hombre se esta adaptando. Nada os impide seguir en ese mundo de fantasía. Nosotros ya sabemos que no podemos aportar nada porque la respuesta siempre es un no, pero os dejamos observar nuestra preciosa espalda.

No obstante si algún día cambiáis de idea, os destaponáis los oídos, y queréis hablar sobre cosas que les preocupan a los hombres de verdad, el movimiento estará escuchando, aunque muchos hombres ya no estarán para vosotras.

La verdad de esto me espero mas bien una crítica destructiva y comentarios sobre el machismo que os harán ver espaldas, antes que una conversación de flujo bidireccional. Pero ahí os queda. Nosotros vamos a avanzar. Vosotras decidiréis si queréis avanzar, solas.

Haced lo que queráis con vuestro feminismo desigualitario, pero dejadnos a los hombres que nos definamos a nosotros mismos, que ya lo hacemos bien, no somos tontos.

¿Que dicen otros masculinistas?

  • Yo esto ya lo sabía fijándome un poco en la sociedad, siempre lo explico con una balanza, lo normal es equilibrarla y no pasar de un lado al otro, porque al final seguiremos con el mismo problema pero a la inversa, el problema esta en la educación que se da respecto al tema, y quienes tienen que cambiar en gran mayoría son las mujeres porque a día de hoy el hombre esta cambiando, hemos cambiado,somos conscientes de que tenemos que tener igualdad pero las mujeres no lo ven ,parece que seguimos en otro siglo y siguen luchando por causas que ya no existen, a día de hoy los hombres machistas son una minoría por lo tanto se deberían de tomar como individuos y no como hombres, las mujeres a día de hoy son mas sexistas que los hombres pero nadie lo ve supongo que porque nadie las ve como un problema, que conste que yo me baso en lo que veo, en mis experiencias, y constantemente hay mujeres quejándose de los hombres y no escucho ninguna queja de los hombres hacia las mujeres, todos tenemos que vernos como personas y no por nuestro sexo,raza,sexualidad o religión….todo el mundo lo sabe pero no lo llevan a cabo, que es lo que falla? LA EDUCACIÓN Y POR CONSIGUIENTE LA INTELIGENCIA.

El Feminismo Moderno

Las feministas modernas creerán que luchan por los derechos de las mujeres, pero en realidad están favoreciéndoles un paso atrás.

Aunque el feminismo es una corriente ideológica, política, social y cultural, a día de hoy hay muchas personas que siguen confundiendo términos.

Feminismo: Movimiento de las mujeres por la igualdad de género. Igualdad.
Masculinismo: Movimiento de los hombres por la igualdad de género. Igualdad.
Hembrismo: Superioridad de la mujer sobre el hombre. Desigualdad.
Machismo: Superioridad del hombre sobre la mujer. Desigualdad.
Misandria: Odio a los hombres. Desigualdad.
Misoginia: Odio a las mujeres. Desigualdad.

¡ Fusionando conceptos !

¿Que ocurriría si fusionamos el hembrismo, la misandria y la desigualdad, y a demás lo camuflamos todo bajo el movimiento feminista? Pues el resultado es el Feminazismo o Feminazi.

El feminazismo es un sector feminista radical que discriminan a hombres. El término nació aproximadamente en 1990 para criticar vulgarmente a los colectivos políticos conservadores que luchaban por los derechos del aborto. Actualmente el término feminazi se atribuye a esta mezcla de tendencias de hembrismo, misandria y desigualdad, que repudian todo lo que tenga algo que ver con los hombres.

El feminazismo es un movimiento incoherente. Están en contra del acoso, pero no dudan en acosar a quien no esté de acuerdo con ellas, tanto hombre como mujer, incluso llegando a llamar machista a la gente por pensar distinto. Denuncian el sexismo y que a la mujer se les trate como objeto sexual o con la palabra, pero no dudan en usar su cuerpo para llamar la atención o como argumento a sus ideas. Hablan de igualdad de condiciones y condenan la violencia machista, pero ¿que pasa cuando la violencia la ejercen ellas?

Defienden la libertad sexual y la eliminación de prejuicios, estereotipos y el rol pasivo de la sexualidad femenina. Sin embargo sueltan perlas como las siguientes:

Beatriz Gimeno

La heterosexualidad no es la manera natural de vivir la sexualidad, sino que es una herramienta política y social con una función muy concreta que las feministas denunciaron hace décadas: subordinar las mujeres a los hombres; un régimen regulador de la sexualidad que tiene como finalidad contribuir a distribuir el poder de manera desigual entre mujeres y hombres contribuyendo así a una categoría de opresores, y una de oprimidas, las mujeres.

Beatriz Gimeno

Andrea Dworkin

La cópula heterosexual es la expresión pura formalizada del desprecio para los cuerpos de las mujeres.

Andrea Dworkin

Básicamente defienden la libertad sexual, anulando la sexualidad, una total incoherencia como un castillo de grande. Se ve que están haciendo mucho para favorecer a las mujeres.

También hablan de respeto, aunque no lo practican. Y todo ello, defendido bajo el estandarte del feminismo.

¿Hay a caso un plan detrás de todo esto? ¿Pretenden crear un mundo mejor? ¿Aportan soluciones?

Comparando el modelo

Tenemos una clase de un colegio mixto cualquiera, obviando a los niños para nuestro ejemplo.

Todas las niñas tienen algo que aportar sin duda alguna, pero también hay niñas brillantes con muchas ganas de aprender. Sin embargo, al fondo, en el último pupitre, esta esa niña quejica, contestona, brincona, que le pega a los compañeros, que contradice a los maestros, por el único motivo de ver hasta donde llegan sus limites, llamando la atención de la forma mas odiosa.

Aunque en la clase haya niñas brillantes, la niña feminista cultural, la niña feminista artística, la niña feminista política, la niña feminista científica, ellas son extraordinarias. Pero, ¿hacia donde va la atención?. Está claro, hacia donde mas ruido hay, hacia la niña gritona que no pretende aportar nada ni esta comprometida con nada, que tan solo es un cúmulo de resentimiento, de odio, de fracaso personal, y muchísima desinformación.

El futuro – “El feminismo de antes”

¿Esta es la nueva tendencia de las teorías feministas? ¿Esto es lo que quieren las mujeres de ahora y del futuro?… PUES NO

Un sistema de ideas basado en fomentar el odio, la desigualdad, y la limitación de libertades, nunca se debe tomar en serio. La violencia no importa quien la inflija, es violencia siempre, sea cual sea su género, se debe condenar de la misma manera.

feminismo1

El feminismo no es un movimiento para que las mujeres se busquen la revancha ante unas desigualdades machistas en unos tiempos y una cultura que a la mayoría de ellas no les ha tocado vivir.

El objetivo final del feminismo es mas educación igualdad, respeto y convivencia para todos. Y aunque parta desde la mujer, el mundo que proponen no es solo para ellas. Por eso debemos rescatar el feminismo de antes.

Ahora todo es machismo. Puedes seguir soltera

Ahora todo es machismo

Una mujer  despotrica, denigra  del sexo opuesto, es  apenas una forma, muy justa por cierto, de reclamar sus derechos. Una comediante se mofa,  nos envilece, eso es sarcasmo, humor negro del más exquisito. Una mujer se refiere a un hombre  como objeto del deseo, es apenas lógico, ¿no?, son  seres sexuados.
Los anteriores, en el ámbito actual,  son lujos  reservados para  ellas. Misógino, machista, morboso, son, para cada uno de los  casos anteriores,  los  calificativos que aguardan al hombre que opte por una actitud similar o que se atreva siquiera a emitir una opinión  contraria a la de una mujer.
Esto a propósito de  un contexto social y cultural en donde,   si surge una discordia  hombre-mujer, por principio se le debe dar  la razón a ella, no porque la tenga;  se le debe  creer a ella, no porque las pruebas apunten a que dice la verdad,  sino por el simple hecho de ser mujer… No obstante todo lo anterior, el grueso de la opinión pública aún insiste en ubicarlas, y ellas ni cortas ni perezosas han optado por quedarse,  en el  cómodo y muy ventajoso papel de víctimas, rol  desde donde una persona puede  hacer lo que le plazca y siempre le van a quedar debiendo.

Un hombre es víctima de una injusticia, “las razones están por esclarecerse”… sucede lo mismo con una mujer,    “machismo, no hay de otra”.
¿Por qué cuando se presenta una  discrepancia o una mujer es afectada en su quehacer  todo se resume a un asunto de género?  Sencillo,  porque es en este campo en donde más les conviene librar la batalla, se incrementan considerablemente sus  probabilidades de ganar, la ley las privilegia  y  la opinión pública siempre dirime a su favor. Y no es que los  hombres   no  manipulemos, no acudamos  a todo tipo de argucias, o no corramos  a victimizarnos, solo que el argumento  ataque de genero   para nosotros  no aplica, es una astucia que solo las beneficia a ellas.

Tan conscientes están de la ventaja que les reporta su condición que la resaltan   en todo momento. Incluso, cuando  aspiran a un  cargo de elección popular, ser mujer pasa a ser su principal promesa de campaña.  Si la  destacan es porque les beneficia, empero aluden a ella  como un algo que las desfavorece, que las sitúa en posición de desventaja.     Que sagaces.

“Somos las víctimas de  este cuento”, “todo es machismo”, estrategias  feministas  para seguir conquistando   privilegios, y reclamar    más y más derechos.

Que en todos los aspectos están al mismo nivel de los hombres, incluso en algunos nos superan,  eso no tiene ninguna discusión, lo han demostrado hasta la saciedad, pero lo que sí es  iluso,  y a la vez presumido,  es que el imaginario pretenda  nivelarlas  solo en cuanto a virtudes se refiere.

En  todos los ámbitos nos han deslumbrado con  cosas maravillosas, pero,  al igual que nosotros, también  han evidenciado indolencia, crueldad, sed  de poder, altanería, agresividad, violencia…  si es que ahora hasta se pelean. Como docente  he sido reiteradas veces testigo de cómo,  ahora ellas,   también se retan, se citan a la salida, segundos antes de pelearse se ven fijamente a los ojos, se  preguntan, “¿qué va hacer?”, “hágale  a ver”, “arranque usted”… Ya durante  el acto, tiran puños, los esquivan,  se dan patadas, rodillazos.
De este tipo, que aunque por obvias razones  no se publicitan, son también los avances que  hemos logrado con esto de la  igualdad de géneros.  Vamos bien, como especie vamos viento en popa.

Equiparar  dos  aspectos desiguales implica que cada una de las partes adquiere derechos y renuncia a privilegios, para poder coincidir ambas  en un punto neutro, que es en últimas a lo que se refiere la justicia.
El  feminismo pretende continuar obteniendo derechos sin ceder, en lo más mínimo,   los privilegios a los que ya venían tan acostumbradas. “Queremos igualdad de salarios, pero que aún sean los nombres los que gasten”. “No queremos que se nos señale como el sexo débil, pero bajo la premisa  “”primero  las mujeres”” exigimos   ser las primeras en acceder a un lugar de privilegio, simple caballerosidad”…  “En fin, somos iguales cuando a reclamar derechos se dice, pero aún somos el sexo débil cuando de ceder privilegios se trata”.

No por mucho que hayan cambiado las  cosas quiere decir que hayamos    evolucionado, o erradicado iniquidades, no porque una ideología -feminismo- sea  más contemporánea que otra -machismo-, quiere decir que no busque su propio beneficio, o que sea más justa, tolerante, menos radical, extrema, intransigente, menos  absurda.
Queda claro que ninguna   lucha emprendida por un grupo en posición de inferioridad va a ser por lograr la igualdad,  una vez al mismo nivel, y con armas y aliento para seguir dando la batalla, siempre optan  por  pasar de largo, hasta ocupar el  lugar de privilegio del que tanto renegaban.

No pretendo desconocer  con todo esto que aún se cometen  injusticias en contra de la mujer, a diario se presentan miles, pero lo que en este momento parece que no es válido reconocer, por lo menos no reporta  popularidad,   es que también se presentan miles en el sentido contrario.  Hombre verdugo- mujer víctima es un precepto que está en mora de ser revaluado, aquí, a cual más,  cada uno se aprovecha de su condición y del aspecto que le reporta ventaja para sacar provecho e imponerse. Esto hace pero rato que  se volvió un asunto de toma y dame.

Son innumerables las atrocidades que un hombre puede cometer en contra de una mujer y que merecen el repudio de toda una sociedad, en aras de la equidad,  aún estoy tratando de identificar cual es el acto que puede  perpetrar una mujer  en contra de un hombre y que genere un rechazo igual.

Si así,  del mismo modo como alguna vez se arguyó intensa ira y dolor para  justificar el vil asesinato de una mujer en caso de infidelidad a manos de su propio marido, cabe  anotar que ya  hay condescendencia y justificación para  con ciertos actos que ellas cometen y que deberían recibir todo el repudio y la condena social.
De esa inmunidad de la que cruelmente gozaba el hombre,  goza ahora la mujer,  sino desde el punto de vista legal,  sí en cuanto a   permisividad e indulgencia  social se refiere.
Si una mujer le monta los cachos a su pareja es porque “la tenía descuidada”. Si lo estafa y lo deja en la calle, “¿quién lo mandó a ser huevón?” Si lo seduce, lo emburundanga y lo pone a disposición de  sus compinches para que  lo revienten a golpes, lo roben, e incluso lo maten, “eso le pasa por perro”,  “bien merecido se lo tenía”.
Y esto no es de ahora, hace casi 20 años una mujer  cortó el pene de su marido y fue absuelta. Entre las razones por las que se consideró, aparte de gracioso, un hecho totalmente justo, estaban  que el tipo  la golpeaba, que le era  infiel.

Bajo qué argumento se justificaría que un hombre extirpara  el clítoris de su mujer – el solo decirlo causa escalofrío-,  ¿valdría el argumento de que le era infiel?,  ¿cierto que no?, ¿valdría el argumento de que lo maltrataba sicológicamente?,  ¿cierto que tampoco?,  ¿valdría el argumento de que estaba loco?,  mucho menos.   ¿Por qué no la dejó en lugar de haber cometido tamaña atrocidad?, nos preguntaríamos todos.

El mismo hecho que en manos de un hombre es aberrante, perpetrado por una mujer es una fruslería, cuando no una justa retaliación.

Este tipo de injusticias,   ¿no son las mismas  que, en sentido contrario,  cometen    algunas   tribus que con soberbia  consideramos retrogradas, bárbaras?

Tan marcado es el interés  que tenemos  por lucir como una sociedad moderna,  equitativa, libre de prejuicios,   justa, ¡aquí no hay racismo!, ¡aquí no hay  machismo!, que a veces me parece que exageramos  otorgando beneficios, juzgando siempre a su favor, y , sobre todo, adulando, a los  que alguna vez fueron discriminados.   Esto,   lejos de  contribuir a eliminar diferencias lo único que hace   es invertir los roles.

Una  oscilación más del péndulo de lo políticamente correcto. Han sido tantos los errores, tan grandes las injusticias cometidas  por  privilegiar a una de las partes que con ímpetu empujamos en sentido opuesto, tan fuerte que siempre llegamos al extremo contrario.

Fuente: http://blogs.eltiempo.com/los-anos-perdidos/2012/03/27/ahora-todo-es-machismo/

 

El feminismo moderno se ha convertido en su propio enemigo

Women against Feminism (Mujeres contra el feminismo) también conocido como #WomenAgainstFeminism o WAF, es un hashtag de Twitter, Tumblr, y una campaña de medios sociales en Facebook, YouTube y otros medios de Internet en la que las mujeres publican fotos de ellas mismas, algunas en estilo “selfie“, sosteniendo pancartas hechas a mano indicando las razones por las que desaprueban el feminismo contemporáneo. La mayoría de los mensajes comienzan con la afirmación: “Yo no necesito el feminismo porque”, seguido de sus razones.

La campaña apareció en julio de 2014, presumiblemente surge en respuesta a la campaña en medios sociales de 2012 “¿Quién necesita feminismo?” que reivindicaba la necesidad de continuar y avanzar el feminismo. Women against Feminism alcanzó notoriedad en los medios de comunicación, comentaristas sociales, y feministas, donde ha recibido algún apoyo y fuertes críticas. La composición de las adherentes a Womens against Feminism parece ser diversa, mujeres de distinos orígenes socioeconómicos, diferentes etnias, orientación sexual, ideologías políticas y estilos de vida.

Women against Feminism provocó la visibilización del debate previamente existente sobre el rumbo que ha tomado el feminismo contemporáneo y si realmente es necesario en laedad contemporánea (cuestionamiento que se refiere a la segunda ola del feminismo o a la tercera ola del feminismo principalmente, mientras parece existir consenso sobre lo beneficioso de la primera ola del feminismo y que sus metas generales ya han sido alcanzadas en el mundo occidental por lo cual el feminismo a partir de allí es innecesario en estas sociedades), la puesta en duda de la veracidad científica de algunos sus conceptos más importantes en tiempos actuales (como el llamado “patriarcado” o la identidad de género como mero constructo social), quejas relacionadas con que algunas feministas exageran los problemas de las mujeres sin tener en cuenta los problemas de los hombres (ver: “feminazi“, “hembrismo“, derechos de los hombres). Un argumento frecuente contra el feminismo en esta campaña es que se dice que el feminismo moderno se ha convertido en un sistema de creencias que presenta una visión distorsionada de la realidad basada en la misandria y en una cultura de victimización de la mujer, además la campaña cuestiona la existencia de la cultura de la violación en la que las feministas contemporáneas alegan que vivimos. WAF ha sacado a la luz otras polémicas respecto a temas como familia, natalidad, relaciones afectivas, etc.

La polémica continuó con una campaña feminista llamada “Confused Cats against Feminism” que usa fotos de gatos con mensajes de parodia y caricaturizando Womens against Feminism como mujeres que no entienden el feminismo. Esto a su vez tuvo respuestas de rechazo.

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Women_against_Feminism

 

Y no es para menos!

Esto no se esta haciendo bien y todos lo saben. Desde la censura de los medios locales hasta la ONU, pasando por las leyes injustas y las nuevas modalidades de discriminación, han convertido al hombre en un producto de consumo de usar y tirar.

Los hombres ya no quieren casarse, ni siquiera están dispuestos a conocer a una mujer para algo mas que una noche. Y mucho menos ser padre.

Ser padre separado hoy en día puede considerarse un delito, te quitan todas tus pertenencias y debes pagar una pensión para ver a tus hijos 4 veces al mes como un simple visitador.

O esta sociedad empieza a pegar un cambio radical y empieza a valorar a los hombres, o nos quedaremos sin hombres.

La sociedad pide un cambio pero nadie la escucha

La imputación de Juan Fernando López Aguilar, político, profesor, jurista y ministro del Ministerio de Justicia desde 2004 a 2007, por violencia de género hacia su pareja ha generado una revolución en las redes.

López Aguilar impulsó el proyecto de una Ley de Violencia de Género asimétrica y vulnerable a denuncias falsas que pueden destruir la vida de los hombres y niños. Curiosamente el karma ha querido que el ministro reciba de su propia medicina al ser acusado falsamente por malos tratos hacia su mujer.

Desgraciadamente los poderes fácticos jamás verán el daño causado a la sociedad, ya que para ellos la justicia es privilegiada. El ministro goza de aforamiento, lo cual quiere decir que puede permitirse el lujo de ser juzgado por el tribunal supremo. Mientras el resto de los mortales somos juzgados sin presunción de inocencia y sin derechos humanos, basta con la palabra de una mujer para arruinar la vida de un hombre. No hay comparación, muchos hombres inocentes se han suicidado desde que se lanzó esta ley.

Pero las redes sociales y la verdad, no quedan en silencio aunque las personas que dirigen nuestras vidas de manera egoista no quieran escucharnos.

Una encuesta demuestra como gran parte de la población ha tomado conciencia y sabe que esta ley no solo no soluciona el problema de la violencia machista, sino que además es injusta, asimétrica, genera odio y está provocando un nuevo modelo de discriminación.

Si la violencia por parte del hombre hacia la mujer es violencia física, sin duda alguna, la violencia por parte de la mujer hacia el hombre es de abuso institucional.

A demás de la discriminación institucional de tipos legal, jurídica y penal, y aunque sabemos que ambos, hombres y mujeres podemos sufrir violencia psicológica, esta solo se denuncia mediaticamente cuando la sufre la mujer. Es otra forma de violencia o discriminación.

http://www.encuestamos.com/la-ley-contra-la-violencia-de-genero-no-es-justa/
Encuestas 17/05/2015: http://www.encuestamos.com/la-ley-contra-la-violencia-de-genero-no-es-justa/

Los hombres, no solo estamos sufriendo, se nos está censurando. Sabemos que hay toda una industria ganando dinero por ello. Denunciamos a las empresas, organismos e instituciones que están ganando dinero promoviendo, sustentando y apoyando las denuncias falsas.

El hombre también sufre maltrato físico al igual que la mujer

Los roles están cambiando rápidamente y las nuevas leyes injustas de las cuales se abusa han destapado la posibilidad de que el hombre puede sufrir también violencia, con lo cual, el término “violencia de género” otorgado únicamente a la mujer, es hoy en día erróneo.

El problema es que la mujer al sentirse invulnerable gracias a esta nueva ley y la censura y desprecio que sufren los hombres en las instituciones y medios de comunicación, tienen menos impedimento a la hora de agredir a un hombre. Y el número de hombres maltratados se equipara ya al de la mujer, no siendo iguales las condenas para ambos.

Los políticos parecen tener serios problemas con el sentido común o quizás con el dinero negro que les tapona los oídos y les nubla la visión.

Lo justo es hacer leyes para ambos géneros de manera integral.

Hemos encontrado algunos partidos como Partido Pirata, Vox,y UPyD que defienden los derechos de los hombres al igual que los de las mujeres. Partidos que no se dejan vender por la moda y tienen sentido común. Si conoces alguno mas, por favor informadnos.

La mujer maltratadora – El tabú silenciado

Todos conocemos el grave problema del maltrato físico o emocional que muchos hombres infligen a sus mujeres. Pero hay también otra plaga, no menos extendida, que es la violencia emocional o física de muchas mujeres contra sus parejas masculinas. Como ya existe abundantísima información sobre el primer asunto, examinaremos aquí con cierto detalle el segundo -un drama tabú-, a fin de obtener una visión más completa de la terrible violencia doméstica (1).

Ante todo, cabe entender toda violencia familiar como un síntoma neurótico surgido de profundos conflictos emocionales de sus miembros, y a menudo de severas patologías de la personalidad. En el caso de las mujeres, además, es un hecho que muchas de ellas no se emparejaron desde un principio a partir de un genuino amor a su pareja -y ni siquiera al varón en general o con unas mínimas aptitudes para la empatía y la convivencia-, sino desde apremiantes necesidades prácticas o neuróticas (p.ej., huir de la familia, vacíos emocionales, embarazo no deseado, deseo de tener hijos, interés económico, imitación social, etc.)  (2). Así, tras las primeras semanas de romance y en cuanto la mujer asume su nuevo estatus de casada (o incluso desde mucho antes), muchas de ellas comenzarán a descargar sus amarguras inconscientes contra su chivo expiatorio más cercano: sus maridos. (Y, por supuesto, también contra sus hijos (3) u otras personas e incluso contra sí mismas. Pero éste es un tema que no abordaremos aquí). Comenzará, entonces, la pesadilla secreta de los hombres maltratados.

La conducta de estas mujeres es siempre la misma: culpan de forma exclusiva, continua y desproporcionada a sus parejas masculinas de los problemas inherentes a toda convivencia, presentándose ellas mismas como las víctimas ajenas e inocentes de todo. No hay diálogo, no hay autocrítica, no hay afecto, no hay disculpas; la percepción de la mujer es siempre inequívoca y furiosa: “¡es por tu culpa, eres un egoísta, eres un inútil, eres un idiota, eres un desagradecido, eres un hp…! Y desfoga inagotablemente contra él toda su rabia y su desprecio.

Si el hombre se muestra cariñoso, se burla de él (“eres un pesado, eres un crío, siempre estás con el sexo, sólo piensas en ti”). Si se defiende, entonces lo amenaza (“a mí no me hables así, tú qué te has creído, te denunciaré”). Si se repliega sobre sí mismo para protegerse, se queja (“no me haces caso, me tienes abandonada, nunca me has querido”). Y si el hombre, demasiado inmaduro y dependiente de la figura femenina (a causa de sus carencias maternales y sexuales), se rinde definitivamente y se somete mansamente a su mujer, entonces ella aún lo detesta más (“eres débil, eres patético, un calzonazos, me das asco”). Etcétera. De modo que, haga él lo que haga, ella siempre encontrará la manera de deformar la realidad para justificar su compulsiva necesidad de agredirlo y humillarlo(4)

En los casos moderados, estas mujeres son simplemente mandonas, exigentes, desdeñosas y manipuladoras con sus parejas (5). Cuando, en cambio, su narcisismo es ya patológico (p.ej., sufren verdaderos trastornos de personalidad), su violencia emocional será terrible (6), y también puede ser fácilmente física (bofetadas, arañazos, patadas, golpes con objetos, amenaza con objetos punzantes o armas, etc., e incluso homicidio). Pero, muy significativamente y a pesar de tanto dolor y odio, no suelen hacer nada para separarse de sus maridos, ni tampoco están dispuestas a renunciar a los bienes -dinero, lujos, prestigio social, amistades- que su “enemigo” pueda proporcionarle. Más aún, algunas de estas mujeres, aun pudiendo trabajar, no quieren hacerlo. O, si trabajan, guardan su dinero para sí mismas negándose a veces a compartir los gastos domésticos, con la excusa de que su pareja debe mantenerlas en “justa compensación por lo mucho que sufren por su culpa”. Este tipo de actitudes demuestra claramente la psicodinámica narcisista y explotadora en todos los sentidos (emocional, económico, a veces incluso sexual) de estas mujeres (7). Obviamente, cuanto más dinero gana el hombre, más feroz puede ser esta explotación.

Ante semejante situación, muchos hombres buscarán consciente o inconscientemente el amor y el sexo en otra parte, es decir, tenderán a ser infieles. Cuando son finalmente descubiertos (lo que suele ocurrir, a menudo porque ellos mismos buscan inconscientemente el castigo que creen merecer), la brutalidad más absoluta caerá sobre ellos. La esposa engañada, dolida, resentida, fuera de sí, gritará: “¡ya lo sabía yo, eres un canalla, todos los hombres sois iguales, ¿quién es esa p…?, ¡ella se va a enterar!”, etc.. Y escenificará todo tipo de escándalos privados y públicos, manipulará y se entrometerá en las vidas de terceros, etc. La exageración de su respuesta dependerá también de su educación y de su entorno familiar y sociocultural.

¿Son los celos o el dolor ante la posible pérdida del amor de su pareja lo que motiva estos estallidos, como ellas piensan? En absoluto. El tormento de estas mujeres es la humillación insoportable de su inmenso orgullo herido, y la no menor frustración de haber perdido el control sobre la vida y la conducta del hombre, y que otra mujer pueda asumir este dominio. Porque, si la mujer violenta necesita sentirse omnipotente, ¿cómo podría sobrevivir emocionalmente sin una víctima a la que aferrarse? Hay, pues, un fondo de terror y envidia en la furia de la engañada. Y, llegada a este punto, suele reaccionar de dos maneras básicas: o bien aumentará su odio contra la pareja durante meses (o  años, por mucho que éste se haya arrepentido sinceramente mil veces). O bien exigirá el divorcio inmediatamente. Ambas reacciones demuestran su desvinculación afectiva básica respecto al hombre, es decir, su nulo interés inconsciente por conservar un “amor” que, en rigor, nunca existió. Los procesos legales de separación tenderán a ser extremadamente conflictivos y, debido a los  prejuicios sociales y las leyes ideologizadas, a menudo cruelmente abusivos contra el varón.

Muchos hombres, naturalmente, no soportarán este infierno (8). Algunos buscarán alivio en el alcohol, las drogas, la prostitución, el trabajo o los amigos -dando así más pábulo a su mujer-, o desarrollarán trastornos psicológicos severos (depresión, violencia, problemas laborales, disfunciones sexuales, etc.)… sin atinar, desde luego, a divorciarse. Pese a sus tormentos y a menudo desde graves inmadureces afectivas o problemas de personalidad, son infantilmente dependientes de su verduga, a la que sienten inconscientemente como una madre justiciera que, en realidad, “suele tener razón y les da su merecido” (9). Son hombres débiles, inseguros, inhibidos, sin autoestima (aunque puedan tener un gran brillo en lo social, profesional, etc.), y sufren en secreto sintiéndose habitualmente confundidos, culpabilizados, anulados por la esposa. Les cuesta mucho discernir qué sienten, qué piensan, qué desean hacer ellos mismos con su matrimonio y con su vida, con independencia de la voluntad de la mujer, que tienen interiorizada de forma obsesiva.

De momento, no les cabe esperar mucha comprensión por parte de la sociedad, que contempla su problema con incredulidad, ironía o indiferencia. Después de todo, ¿no es muy habitual la relación entre una mujer “de carácter” y un hombre “obediente”? ¿No se dijo siempre que ellas son “princesas” y “madres” y que siempre mandaron “en casa”, mientras ellos “trabajan y pagan”? ¿Y no pensamos también que ellas son sensibles y amorosas por naturaleza, mientras que ellos son brutos, egoístas y educados para no llorar? ¿Por qué quejarse, entonces? Mientras “la sangre no llegue al río”…. Por eso, social y oficialmente, el sufrimiento masculino a manos de su mujer “no existe”.

Pero el tabú de la mujer maltratadora no sólo es perjudicial para los hombres, sino también, obviamente, para ellas mismas. Para las relaciones entre los sexos. Para el amor y la creación de familias. Para la crianza y la felicidad de los hijos. Para la paz y la justicia social. Etcétera. Este tabú impide a mujeres y hombres concienciar y resolver las bases neuróticas de su sadomasoquismo compartido. Las mujeres violentas, como los hombres violentos, no lo son por maldad o por gusto, sino por tremendos déficits emocionales infantiles. A causa de ello son niñas vacías, inestables, rabiosas, desesperadas. Por eso necesitan un “huésped” al que aferrarse y violentar. Desgraciadamente, muchísimas de ellas -dada la aquiescencia social- jamás advertirán su problema. Sólo sus víctimas, a veces, llegarán a pedir ayuda terapéutica y/o legal.

Dejo, en fin, estas reflexiones con la esperanza de que ayuden a arrojar un poco de luz sobre un problema muy extendido y, por negado, doblemente dramático.

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1. Por motivos didácticos, en este artículo nos referiremos tácitamente a los matrimonios, aunque el fenómeno es casi idéntico en cualquier tipo de convivencia.

2. Lo mismo sucede, obviamente, con muchos hombres. La psicodinámica de la violencia es similar en ambos sexos.

3. Una gran parte del maltrato emocional y físico en las familias, sobre todo contra los niños, proviene de sus madres.

4. Lo que caracteriza a la persona maltratadora no es que el otro no pueda ser también problemático (a menudo el maltrato es mutuo), sino que se siente por encima de toda autocrítica, de modo que cualquier posibilidad de comprensión, diálogo y solución está descartada de antemano. En realidad, la necesidad primordial inconsciente del maltratador/a es usar al otro/a como chivo expiatorio de su propia infelicidad intrínseca. Ver también “El narcisismo“.

5. Un ejemplo cualquiera visto en la calle: una pareja joven sale de un centro comercial. Hace mucho frío. Él va cargado con cuatro grandes bolsas y ella camina a su lado con las manos cómodamente metidas en los bolsillos. De pronto, unas testigas de Jehová se les acercan, cambian unas palabras con la mujer y le entregan una pequeña revista. Las testigas de Jehová se van. Al momento, la revista cae de la mano de la mujer y ésta, metiéndose de nuevo las manos en los bolsillos, se detiene y ordena al chico: “recógela”. Éste, refunfuñando, deja trabajosamente las bolsas en el suelo, obedece y le entrega la revista.

6. Por ejemplo, gritos, burlas, críticas, insultos, humillación privada y pública, indiferencia, coacciones, amenazas, prohibiciones, castigos, chantaje emocional y sexual, acoso físico y telefónico, mentiras, venganzas, destrozo de objetos personales, falsas acusaciones, falsas denuncias, celos paranoicos, envidias patológicas, lavado de cerebro, manipulación de los hijos, parientes y amigos, etc.

7. La persona narcisista, por definición, no puede vivir sin aferrarse y dominar/explotar al otro/a.

8. Un infierno voluntariamente silenciado por la propaganda estatal, de base feminista. Que yo sepa, desde 2006 se oculta en España toda información oficial sobre la violencia femenina contra los hombres. Se considera ideológicamente que cualquier violencia cuya víctima sea una mujer es “cultural”, machista, y no, como es lo habitual, neurótica, similar en hombres y mujeres, y necesitada de urgentes medidas terapéuticas y psicosociales. Por eso, en la práctica, la agresiva lucha contra la llamada “violencia de género” no es más que una vana y destructiva caza de brujas. Ver textos recomendados más abajo.

9. Casi siempre, en efecto, estos hombres sufrieron madres similares, o fueron criados bajo graves carencias, miedos o humillaciones que les hacen ahora “adaptarse” sin resistencias al maltrato. Lo mismo sucede con muchas mujeres violentadas, que también se resisten a separarse o vuelven a menudo con sus maltratadores.

 

Fuente: http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/jlc/muj_malt.html#.VU98VXVJXCZ

El lento avance del masculinismo

El masculinismo es un movimiento relativamente pequeño, y aunque ha crecido en los últimos años, sigue siendo desconocido para la mayor parte de la sociedad. ¿Por qué el avance del masculinismo es tan lento, sobretodo si lo comparamos con el feminismo?

La primera parte de la respuesta es obvia: el feminismo es un movimiento mucho más antiguo y está arraigado en la universidad, la prensa, las instituciones gubernamentales, además de contar con una base más amplia entre la población (aunque proporcionalmente hablando también sea pequeña). Además, los movimientos que en el pasado ampliaron los derechos de los hombres estuvieron marcados por una identificación política, no de género, al contrario que el feminismo. Éste creó el género como categoría de análisis, negociando con los partidos políticos que finalmente adoptaron un carácter universalista.

Sin embargo, el lento avance del masculinismo en comparación con el feminismo también obedece a otro factor importante: su adecuación a los roles de género ya establecidos. En este artículo exploraremos por qué el feminismo encaja mejor que el masculinismo.

En una sociedad tradicional, la mujer ha de ser protegida y provista. Las exigencias del feminismo actual se siguen basando en estos dos factores: la protección y, en menor medida, la provisión. Como mencioné en una entrada anterior, los movimientos para acabar con la violencia contra las mujeres son muy numerosos, pese a que la inmensa mayoría de las víctimas de homicidio son varones.  Y si bien la tradicional provisión se ha modificado -con el feminismo exigiendo que se ofrezca a las mujeres las herramientas para proveerse a sí mismas como lo hacen los hombres- no se ha eliminado del todo. Sigue presente, por ejemplo, en las leyes de divorcio. El endurecimiento de la legislación para la violencia doméstica también se basa en esta dualidad de protección y provisión (en España se ofrece un salario a las víctimas del maltrato). Las exigencias actuales son otras: cuotas en la política, incentivos a emprendedoras y otro tipo de ayudas específicas para la mujer.

Antes de que mis comentaristas feministas se me lancen a la yugular diciéndome que esas medidas son necesarias, quiero recordarles que no estoy debatiendo la necesidad o no de esas leyes. Lo que estoy tratando de señalar es que suponen una continuación del discurso de protección y provisión de la mujer que existía antes del feminismo y se ajustaba a los roles de género tradicionales. La mujer pide y el hombre (o el Estado) protege y provee.

El hombre feminista, continuando con la idea anterior, también puede considerarse un heredero de los roles de género tradicionales. Defendiendo las causas de las mujeres, se reafirma en su rol caballeresco de protector. Gracias a él recibirá la atención y aprobación femeninas, algo que también ofrece un gran atractivo.

En el masculinismo, sin embargo, la transición de roles es mucho más difícil. ¿Dónde reside esa dificultad? Principalmente en la admisión de la vulnerabilidad masculina. Desde pequeño te enseñan a que no llores, porque no es de hombres, a que el dolor endurece el carácter y aguantar sufrimiento moldea tu hombría. La afirmación de que el servicio militar obligatorio te hace un hombre, por ejemplo, constituye una muestra.

Debido a que nuestra cultura valora la fuerza y dureza masculinas, admitir que el varón puede ser débil, que también sufre a causa de las presiones impuestas sobre su género, que debe ser protegido y provisto, no es una tarea fácil. Principalmente porque no acarrea ningún tipo de recompensa social. El varón feminista obtiene la atención y aprobación femeninas. El hombre masculinista recibe su reverso, tanto de hombres y mujeres feministas como de tradicionalistas: ridiculización, burla, sarcasmo y otros castigos. Si además tiene el atrevimiento de decir que sufre tanto o más que la mujer, su admisión de vulnerabilidad se vuelve imperdonable.  Y esto ocurre no porque el masculinista perpetúe su rol de género tradicional, sino precisamente porque rompe con él. Por no ser el varón estoico, fuerte y agresivo que todos desean para hacer de él un buen protector y proveedor, ya sea de la modalidad tradicionalista o feminista.

Ser mujer masculinista, por otra parte, es algo impensable para buena parte de la sociedad, puesto que la dinámica donde la mujer exige y el hombre provee ha sido constante desde el tradicionalismo hasta el feminismo. Véase cómo hoy el feminismo pide a los hombres que “cedan sus privilegios” y se espera que los hombres cumplan. La mujer masculinista también invierte los roles de género, al convertirse en protectora de los hombres y rechazar que su propia vulnerabilidad sea necesariamente mayor que la del varón.

En conclusión el masculinismo progresa despacio porque no se ajusta a las expectativas de género tradicionales, al menos en contraste con el feminismo. Pero no todo es negativo. El mejor aliado del movimiento reside en un medio de comunicación que hasta hace unas décadas era inexistente: internet.

El anonimato de internet permite a los hombres expresar su vulnerabilidad y examinar su opresión sin consecuencias negativas en su vida real, y les pone en contacto con otros que piensan de forma similar. La conversación virtual también consigue a menudo que más hombres despierten y examinen el sistema de género con una mirada crítica.

Debido al tabú de la vulnerabilidad masculina dudo mucho que el movimiento derive en la implantación de medidas políticas o sociales dirigidas hacia los hombres, al menos no a medio plazo. Sin embargo, armar a los varones con el conocimiento suficiente del sistema de género, les permitirá tomar mejores decisiones y aliviar las presiones de todos aquellos que buscan anular sus necesidades emocionales para beneficiarse de su hombría.

 

Fuente: https://quiensebeneficiadetuhombria.wordpress.com/2013/07/19/el-lento-avance-del-masculinismo/

Los Masculinistas que luchan por los derechos de los hombres

Un movimiento de hombres cada vez mayor argumenta que la discriminación contra los hombres es muy frecuente. ¿Quiénes son los activistas y qué es lo que quieren?

Las feministas han pasado décadas tratando de conseguir la igualdad de remuneración y de derechos para las mujeres.

Como resultado, en muchos países, existen leyes contra la discriminación de las mujeres.

Ahora, un creciente grupo de activistas de derechos de los hombres dice que ellos carecen de tal protección.

Muchos de estos activistas también creen que los medios de comunicación permiten a las mujeres ridiculizar a los hombres de una manera que sería impensable si los roles de género se invirtiesen.

Un nuevo libro, “El Segundo Sexismo”, denuncia que en una amplia gama de frentes, desde el gobierno, los tribunales y las escuelas, los hombres están siendo discriminados.

David Benatar, profesor de Filosofía de la Universidad de Ciudad del Cabo, y autor del libro, argumenta que a lo largo del mundo los hombres tienen más probabilidades de ser reclutados en el ejército, ser víctimas de la violencia, perder la custodia de sus hijos y suicidarse.

La ley de custodia es quizás el área más conocida del movimiento por los derechos de los hombres. Padres divorciados escalando edificios vestidos con trajes de Batman como medio de protesta son imágenes bastante familiares en el Reino Unido.

Los activistas reconocen que la educación es otra área donde los hombres se están quedando atrás.

Las pruebas realizadas en 2009 por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos mostraron que los niños están un año por detrás de las niñas en la lectura en todos los países industrializados. Y en la actualidad, la mayor parte de estudiantes son mujeres, dice Benatar.

“Cuando las mujeres están subrepresentadas en los puestos ejecutivos en las empresas se considera discriminación. Sin embargo, cuando los niños se están quedando atrás en la escuela o cuando el 90% de las personas en prisión son hombres, nunca hay una reflexión sobre si los hombres son objeto de discriminación”, sostiene.

La igualdad de retribución es el barómetro en los países desarrollados como Reino Unido. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, la brecha salarial de género es todavía profunda en muchas profesiones. Las mujeres ganan un promedio de US$13.000 menos que un hombre como abogados, US$22.000 menos como directoras ejecutivas y US$14.000 menos como médicos.

El panorama podría estar cambiando

El año pasado, las universidades descubrieron que, por primera vez, las mujeres de 22 a 29 años han superado a los hombres en salario.

Dichas controversias están alimentando la sensación de que los hombres necesitan establecer sus propias estructuras de apoyo. La Red de Hombres, una organización sin fines de lucro de Brighton, en el sur de Inglaterra, tiene como objetivo ayudar a “cada hombre y a cada niño en nuestra ciudad a alcanzar su máximo potencial”.

La popularidad de la campaña contra el cáncer de pecho hizo que surgiera otra contra el cáncer de testículos.

Desde la asociación comentan que enfermedades masculinas, como el cáncer de próstata y de testículos no se toman tan en serio como algunas enfermedades que sólo afectan a mujeres.

Aoirthoir An Broc, diseñador de páginas web en Cleveland, Ohio, y fundador de la Asociación Internacional de Masculinistas, tiene previsto crear el primer refugio para víctimas masculinas de violencia doméstica en Estados Unidos. Afirma que hay una suposición de que las mujeres son siempre inocentes y los hombres agresores. En respuesta, ha acuñado el término “todos los hombres son buenos” para contrarrestar la percepción negativa.

“Nosotros decimos que todos los hombres son hombres, todos los hombres son buenos, todos los hombres son dignos de amor y respeto sin importar la raza, la sexualidad ni la religión. No creemos en las definiciones culturales de los hombres”.

También hay un contexto cultural. Algunos de los derechos de los hombres tienen relación con las preocupaciones de las feministas. Por ejemplo, la imagen del cuerpo masculino es un problema creciente.

Y hay algunos que piensan que mientras el feminismo se ha ocupado de la discriminación contra la mujer, las actitudes anticuadas hacia los hombres no se han abordado.

Tom Martin llamó la atención el año pasado tras demandar a la London School of Economics por sexismo.

Dice que se radicalizó cuando trabajaba como camarero en un club en el Soho. “Pude ver que los clientes masculinos estaban siendo abusados”, dice.

Los hombres se veían obligados a hacer cola y a menudo tenían que pagar, mientras que las mujeres entraban gratis. Los porteros les animaban a irse, mientras que las mujeres eran tratadas con respeto. Pero lo peor de todo, cree él, es que los hombres eran utilizados a menudo por las mujeres para que les invitaran unas copas.

Pero Martin dice que todo tiene que ver con el sexo.

“Desde la aparición de la píldora se ha dicho a las mujeres que pueden y deben tener orgasmos. Y como muchas no pueden, culpan a los hombres”.

Martin concluye que “es el trabajo de las mujeres hacerse feliz sexualmente, no es la carga de un hombre”.

El psicólogo Oliver James cree que los hombres se sienten “sexualmente amenazados”.

El dominio femenino

Las mujeres ya no son reticentes sobre el sexo o las expectativas de un amante. Además, son ahora más propensas a hablar en público del desempeño sexual del hombre e incluso burlarse de los hombres que “no son especialmente imaginativos o inteligentes” en la cama, argumenta.

Kat Banyard, autor de “La Ilusión de la Igualdad”, dice que los hombres cometen el error de temer el feminismo cuando les ofrece la liberación de una masculinidad obsoleta.

“Hay una creencia de que el feminismo es un juego de suma cero y que los hombres están perdiendo”.

Argumentar que los hombres son ahora las víctimas de la lucha de género es absurdo, dice ella. “Durante miles de años, las mujeres fueron tratadas como ciudadanos de segunda clase. Hemos empezado a cambiar eso en los últimos dos siglos y hay un largo camino por recorrer. Los activistas masculinos están negando la historia”.

Defensores de los derechos masculinos han tenido problemas para despojarse de su imagen malhumorada, dice Tim Samuels, presentador del programa radiofónico “La Hora del Hombre”, que se emite en Radio 5, de la BBC.

La mayoría de los hombres no se ven a sí mismos como parte de un movimiento, dice Samuels.

E independientemente de lo que uno pueda pensar de los activistas por los derechos de los hombres, hay cuestiones importantes, como el hecho de que los hombres jóvenes son tres veces más propensos a suicidarse que las mujeres jóvenes.

“El movimiento de hombres tiende a ser rechazado como un grupo de hombres que escalan edificios vestidos como Supermán, mientras que al movimiento de mujeres se les da credibilidad”, dice Samuels.

 

Fuente: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/05/120503_padres_activistas_il.shtml