No quiero tener que disfrazarme de hombre para poder ver a mi hijo

Una transexual denuncia a su ex por obligarle a visitar al niño con “apariencia masculina”

Laura Darriba, transexual a la que su ex obliga a vestirse de hombre para ver a su hijo. / Consuelo Bautista (EL PAÍS)

Gerardo Darriba se casó con I.P.M. en 2005. “No me atrevía a salir del armario, a asumir lo que era, y pensé que si me casaba y tenía una familia me podría olvidar de esto. Pero me equivoqué”. Gerardo se sentía una mujer. Cuando ya no pudo más, comunicó a su esposa su intención de cambiar de sexo. “Le propuse que siguiéramos juntos por nuestro hijo, nacido en 2007, pero ella no quiso. Nos separamos en julio de 2012. Entonces yo estaba muy mal, con una profunda depresión. La presión era enorme: de mi mujer, de su familia, de la mía, que nunca me ha apoyado…”. Por eso, explica, accedió a firmar una cláusula en el convenio de separación que decía que “ante la situación psicológica y personal que estaba sufriendo por sus problemas de identidad sexual” solo vería a su hijo si acudía con “apariencia masculina”. Después de un año recibiendo hormonas asistido por la Unidad de Tratamiento de Identidad de Género de Asturias para convertirse en mujer, eso es imposible.

Gerardo ahora es y tiene la apariencia de Laura. “Hoy no tengo ningún problema psicológico más allá de la enorme pena de no ver a mi niño”, cuenta Darriba, de 43 años. “Este año, por no ir disfrazado de hombre, mi ex solo me ha dejado verle tres veces: una en febrero, otra en abril y la última en septiembre”, asegura.

Su ex niega que le impida ver al pequeño: “Solo le pido discreción. No quiero que vaya a recoger a mi hijo al colegio de curas con una falda o vestido y que se rían de él. ¿Qué le cuesta atarse el pelo y ponerse un chándal? Tengo que proteger a mi hijo”, explica a EL PAÍS.

Su exmujer: “No quiero que vaya a recoger a mi hijo al colegio de curas con una falda o vestido y  se rían de él”

Darriba ha denunciado a su ex para cambiar esa cláusula que le obliga a ver al niño con “apariencia masculina”. “No quiero tener que disfrazarme de hombre para poder ver a mi hijo. Soy una mujer: desde que me levanto hasta que me acuesto. Ahora me llamo Laura, y eso no cambia que mi hijo siempre va a ser mi hijo, mi sangre. Quiero que me quiera como soy”, explica. “Ir disfrazado, mentirle, es mucho peor. Y además, ¿quién va a decidir si voy suficientemente caracterizado de hombre? ¿Un policía? ¿Mi ex?”.

Un juez revisará el régimen de visitas del niño, que ahora tiene siete años. “Lo único que pido es que dejen que mi hijo decida por sí mismo si quiere verme, si me acepta. Y con el apoyo psicológico y el seguimiento que haga falta”, afirma Darriba. “Conmigo el crío está feliz. Con cuatro años empezó a hacerme preguntas, y yo le he ido explicando que ahora soy Laura, que puede llamarme papá… Soy su papá y lo seré siempre. Si no me aceptara o sufriera, yo esperaría. Pero hasta ahora no hemos tenido ningún problema”.

Darriba insiste en que nunca ha querido hacer daño a su exesposa. “Ella se llevó una sorpresa, no sabía lo que me pasaba y yo me equivoqué al pensar que casándome y formando una familia podría olvidarlo. Ella pensó que me echaría atrás, pero esto no funciona así. No es un capricho”.

Su exmujer asegura que lo ha pasado muy mal y que ahora solo le preocupa el bienestar del niño. “Yo me casé con un hombre, tuve un hijo y mi hijo tenía un padre. Era muy feliz. Hasta que un día me dijo: ‘Quiero ser una mujer’. El shock fue tremendo”.

Darriba lleva un año de tratamiento hormonal. Los psicólogos llaman a este periodo “el test de la vida real” (previo a la operación de cambio de sexo), que consiste en comunicar al entorno la nueva identidad y comportarse como una mujer. En su DNI todavía figura como Gerardo porque la ley de identidad de género (2007) permite cambiar el nombre antes de la operación, pero solo tras al menos dos años de tratamiento hormonal. “Esto me ha causado muchos problemas. Si encontrar trabajo es difícil para cualquiera, para las transexuales más. Yo lo tengo especialmente complicado porque me dedicaba a la construcción, un trabajo muy físico, y el tratamiento hormonal debilita mucho”.

La batalla de Alexia

Existen muy pocos casos en España de padres transexuales, pero uno de ellos llegó a Estrasburgo. Alexia Pardo batalló en todas las instancias desde que un juzgado de Lugo estableció, en 2004, que solo podía ver a su hijo en un punto de encuentro, controlado por psicólogos y ante la madre del niño. “¡Vigilada, como si fuera una delincuente, uno de esos padres sospechosos de abusos!”, recuerda 10 años después, aún indignada. “Me arruiné. Cada informe psicológico que aportaba eran 1.500 euros”. Y eso que el abogado que la asistió en el Constitucional y en Estrasburgo, Manuel Ródenas, no le cobró.

Alexia, entonces Alex, se casó en 1997 con Patricia Q. F. En septiembre nació su hijo y en 2001 se separaron. Tres años después, su exmujer solicitó la suspensión de las visitas alegando que el padre de su hijo no se interesaba por él y se estaba sometiendo a un tratamiento para cambio de sexo y que se vestía de mujer. La juez preguntó al niño y este contestó que le gustaba estar con su padre, aunque prefería que no se maquillase, según recoge la sentencia. El informe pericial elaborado por una psicóloga aseguró que, debido a la “inestabilidad emocional” de Alexia, un régimen normal de visitas podría ser “un riesgo” para el niño y recomendó la vigilancia en el punto de encuentro. La decisión no obedecía “a la transexualidad en sí misma”, aseguraba. Una coletilla que se repitió en sentencias posteriores. El juzgado de primera instancia de Lugo impuso el régimen de visitas que recomendaba la psicóloga, pero negó, como decía la madre, que Alexia hubiera desatendido al pequeño.

Alexia recurrió alegando “vulneración del principio de prohibición de discriminación por razón de sexo”.El psicólogo que la atendía desde 2004 declaró que era “emocionalmente estable”, pero la Audiencia Provincial de Lugo desestimó el recurso en mayo de 2005 por entender que un sistema normal de visitas “supondría un riesgo para la salud normal del menor”, quien, “progresivamente”, pronosticaba el tribunal, “se habituará  a la decisión del cambio de sexo adoptada por su progenitor”.

Los informes de las psicólogas que vigilaban las visitas en el punto de encuentro eran buenos y se fue ampliando el tiempo que Alexia pasaba con su hijo. “La madre solo fue un día porque las psicólogas se dieron cuenta de que el hecho de que estuviera presente no era bueno, aumentaba la tensión”, explica esta transexual gallega. En 2006, Alexia empezó a ver a su hijo sin vigilancia, incumpliendo la sentencia. Pero aún así llevó su caso al Tribunal Constitucional. “Quería que la justicia reconociera que era una discriminación. Recurrí por las transexuales que vinieran detrás de mí”, explica. En 2008, el alto tribunal admitió su recurso de amparo. El fiscal la apoyó por entender que no había “justificación objetiva” para restringir las visitas y que, pese a negarlo, las instancias anteriores habían decidido hacerlo debido a la orientación sexual del padre, por lo que consideraba “infringida la prohibición constitucional de no discriminación”.

El Constitucional, no obstante, falló en contra, argumentando que “cuando lo que está en juego es la integridad psíquica del menor” no es necesario “que se acredite” ese daño psicológico al niño “para poder limitar los derechos del progenitor”, sino que basta la posibilidad de que pueda producirse. Es decir, que exista “un riesgo consistente en la alteración efectiva de la personalidad del hijo menor merced a un comportamiento socialmente indebido de su progenitor, bien sea por la negatividad de los valores sociales o afectivos que este le transmite durante el tiempo que se comunican, bien por sufrir el menor de manera directa los efectos de actos violentos, inhumanos o degradantes a su dignidad ocasionados por el padre o la madre”.

Alexia recurrió entonces al Tribunal de Estrasburgo, que en noviembre de 2010 avaló la decisión del Constitucional ante el “riesgo para el bienestar psicológico del niño y el desarrollo de su personalidad”.

“Afortunadamente, hoy tengo una relación maravillosa con mi hijo”, asegura Alexia. “Él me ha aceptado siempre y cuando cumplió 12 años pidió normalizar la situación. Presenté una nueva demanda y en 2013 su madre y yo por fin llegamos a un acuerdo”. Para entonces, D. P. Q. había cumplido los 16. Cuando sus padres se separaron tenía cuatro años.

 

Fuente: http://elpais.com/m/politica/2014/11/07/actualidad/1415394066_589209.html

I+D Feminazi (VIII): Prohibir las pruebas de paternidad sin permiso de la hembra

¿Existen naciones con legislaciones aún más feminazis que la española? Sí, existen. Sin ir más lejos, Francia, el Reino Unido y la República Federal de Alemania prohíben la realización de test de paternidad sin el consentimiento de las madres. Todo un avance en materia de preservación del derecho femenino al goce, disfrute y confidencialidad de algo tan sensible e íntimo como su sexualidad.

Las excusas que se dan para esta norma varían, pero parten todas del mismo trasfondo básico: Favorecer que cada una haga de su coño un sayo, manteniéndose tanto ella como su prole a expensas del varón explotado, al que se le priva de cualquier herramienta para quedarse tranquilo si se cree cornudo… o para iniciar las acciones legales que pudieran proceder (por ejemplo, para que su mujer le reintegre los gastos en los que ha incurrido bajo engaño) si resulta serlo realmente.

Vamos a tratar de comentar la situación con toda la seriedad que se merece porque estamos hablando, pura y simplemente de la institucionalización del owned: Te digo que el niño es tuyo aunque sea más negro que la Jolly Roger. Y que viva Cartagena.

Así, en Alemania, hacer un test de paternidad sin permiso de la madre conlleva 5.000 euros de multa. Verdes e izquierdistas se quejan de que esta legislación no resulta lo bastante restrictiva mientras la Ministra de Sanidad explica que “la ley es para proteger a los pacientes”… los mismos pacientes que -eso sí- pueden ser asesinados por sus mamás hasta noventa días después de haber sido concebido. En Francia, donde probablemente se creen que los niños son ensamblados en París, nos dicen que “la paternidad la determina la sociedad y no la biología” para prohibir la realización de estos tests y se escudan en la necesidad de “preservar la paz en las familias” para multar con 15.000 euros a los osados que envíen muestras de ADN por correo a laboratorios de fuera del país.

Pero quizá la peor situación sea la que se da en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, donde los súbditos de Su Graciosa Majestad no solo tienen prohibida la realizaciuón de test de paternidad sin consentimiento del presunto hijo… sino que además tienes la obligación de avisar a la Policía si tienes noticia de que alguien los va a realizar. Todo ello mientras debaten sobre la prohibición de los test de ADN para realizar en casa.

El peregrino argumentario para justificar todo esto no tiene desperdicio: “Pone en riesgo a las familias”. “Los niños pueden sufrir”. Y el mejor de todos: “No se permite a la madre exponer sus puntos de vista”. Tengo que decir que, personalmente, me encantaría asistir -como mero espectador ajeno al tema- a la exposición razonada, serena y ordenada de los puntos de vista de una madre pillada in fraganti mientras le intenta colar la crianza y manutención de un huevo de cuco a su desafortunado compañero. Sería tremendamente ilustrativo.

Cabe preguntarse de donde sacan exactamente estos legisladores su concepto de familia. Probablemente de sesudos estudios como los de esta profesora de derecho australiana: No solo están en juego los sentimientos de los hombres -explica la muy zorra- sino que, ya que se está haciendo cargo de las responsabilidades derivadas de quien no es su hijo biológico, puede ser lo más beneficioso para el niño que ese hecho permanezca oculto. Por si quedara alguna duda, una universidad anglosajona nos da, ya sin ambages, el argumento clave para no contarle a un padre que el niño al que está criando no es suyo: La mujer suele ganar menos que el hombre, por lo que esa revelación le perjudicaría más a ella que a él.

Y esto se sostiene y se plantea como argumento serio muy pocos años después de haber tomado medidas legales y procesales absolutamente necesarias para asegurar los derechos de los hijos… basadas precisamente en obligar al varón a someterse a las pruebas de ADN, interpretándose una negativa como un reconocimiento tácito de la paternidad. Son medidas que nos parecen universalmente justas y necesarias… pero nosotros -como buenos carcamales- sí creemos que la paternidad va ligada a la biología y no a la telaraña de relaciones sociales que pueda entablar la mamá de turno.

Porque la magnitud real del problema no es ninguna broma: El porcentaje de hijos cuyo padre real no es el declarado por la madre asciende al 4%. Casi uno de cada veinte. Y con esta cifra encima de la mesa, se pretende la renuncia de los hombres a algo tan esencial como la seguridad de que los niños que está criando y manteniendo son suyos. O -eventualmente- de que las pensiones alimenticias que está pagando realmente le corresponden.

Porque no cabe la menor duda de que aquí el problema es económico: Muchas mujeres europeas se labran un verdadero modus vivendi  (lo hemos visto aquí y aquí) a costa de la explotación del varón a cuenta de los hijos que mantengan en común. Se trata de una construcción conceptual frágil de por sí, sostenida esencialmente por la pura y simple desidia de nuestras sociedades civiles ante unos poderes públicos mediatizados. Para que pueda perdurar, no basta solo la desactivación mediática del sentido común sino que es necesaria la deshabilitación de todas las herramientas procesales que amenacen el brillante amanecer de esta era de esclavitud del varón.

Y así como el fondo es económico, el trasfondo ideológico es el mismo de siempre: La pura y simple Ley del Embudo que configura la esencia del feminazismo. En este caso se trata de combinar la libertad sexual con las presunciones y derechos otorgadas por las legislaciones civiles a los hijos nacidos dentro del matrimonio… y a las madres que paren en el marco del mismo.

Si estamos aceptando que en un matrimonio cada uno de los dos es dueño absoluto de su sexualidad y en consecuencia eliminamos de los códigos penales los delitos de adulterio y de los civiles las figuras de divorcio culpable… los test de paternidad no deberían ser la excepción, sino la norma. Una mujer podrá sentirse herida por la falta de confianza de su pareja, pero lo que no es razonable es que se cierre legalmente el acceso a la única vía posible mediante la que un varón puede comprobar si realmente le corresponde el enorme conjunto de derechos y obligaciones que conlleva la atribución de una paternidad.

La paternidad la determina la sociedad, dicen las zorras cuando oyen hablar del ADN. Y estos dos se lo creyeron.

 

Fuente: http://laopiniondelcuco.blogcindario.com/2010/09/00800-i-d-feminazi-viii-prohibir-las-pruebas-de-paternidad-sin-permiso-de-la-hembra.html

Mala madre quiere forzar a su hijo a ser transgénero y erradicar lo masculino

¿Cómo puedo convencer a mi hijo de 3 años, que él es transgénero? – Pregunta a Jane

Querida Jane.

He estado en un estado de agitación perpetua tales desde que dar a luz. Mi hijo, el que ahora es de 3 años de edad, pronunció “ellos”. Me he sumido en un estado atroz de depresión crónica, porque “ellos” no quieren jugar con los juguetes de niña. Me destruye que “ellos” podría ser otro macho cisexista blanco, y otro agente futuro del patriarcado. Eso no es justo el tipo de estilo de vida que pueda apoyar o estar de acuerdo. “Su” padre también ha sido profundamente abatido por la renuencia de nuestro hijo para cumplir con nuestra postura y los ideales de género. Mi marido identifica como de género neutro, y siempre que sea “Xe” (pronombre actual de mis madridos) testigos de nuestro niño jugando con camiones y trenes de juguete, se dispara “Xer” tan fuerte que “Xe” se derrumba en un montón temblor de nerviosismo TEPT inconsolables.

Mi pregunta es, ¿cómo puedo convencer a mi hijo a florecer en la persona transgénero fabulosa que yo sé en mi corazón “ellos” son realmente? Todo lo que siempre he querido era un niño trans, y el hecho de que “ellos” parecen tan atraídos por juguetes de niños y se niegan a ponerse los hermosos vestidos que con tanto esfuerzo elijo para “ellos” sólo aplasta mi alma. ¿Qué puedo hacer para que “ellos” entiendan el daño que infligen a nuestra familia a través de su identidad como un hombre blanco de género-CIS? Por favor, Jane, ayúdanos, está desgarrando nuestra familia aparte.

Sinceramente, Ariana

Ariana, gracias por su carta conmovedora. En verdad la frase, “una madre sabe mejor”, nunca ha sido más apropiado que aquí. Nadie quiere un hijo varón CIS blanco, y la gente que fingir que no son más que engañando a sí mismos.

Pero no hacer traste. Todavía hay tiempo para que su hijo vea la luz de la feminidad. Una de las mejores maneras de hacer esto es para privarlos de ropa masculina, juguetes, programas de televisión, ect. Si nunca saben la masculinidad tóxica existe entonces no puede tentar y / o daño.

Me doy cuenta de que puede ser difícil de bloquear completamente fuera influencias ofensivos, pero eso es cuando se necesita para sentarse a su hijo hacia abajo y explicarles todos los males en el mundo perpetuados por los hombres. Explique por qué no quieren identificarse de tal manera, y también es importante para el padre del niño para reforzar estas ideas. Corresponde a “Xer” para demostrar que la feminidad es el camino a seguir, y será la única vía aceptable para ellos identifican como bajo su techo. Al interactuar con el padre del niño, siempre será la fuerza dominante, y permita que su hijo presenciar eso. Incluso si “Xer” no se identifica como un hombre, que es importante para su hijo para ver que hasta los micro-muestra de masculinidad deben apagaron en la raíz antes de que se extendieron como el cáncer que son.

Déjame que te felicito por tomar una postura proactiva y progresivo en su crianza. Es madres como tú que están ayudando a usurpar la enfermedad de la masculinidad y desmantelar el patriarcado en ella es la esencia misma.

 

Fuente: http://everywomanweekly.com/how-can-i-convince-my-3-year-old-theyre-transgender-go-ask-jane/

CUIDADO DE LOS HIJOS: ¿No queríamos igualdad? (Cartas al director)

Antonio Sicilia (Córdoba)

Hace poco leí: “Es tan verdad que una mujer puede ser una excelente ingeniero como un hombre un buen padre”. Si lo que buscamos es igualdad, me sigo preguntando por qué tenemos tantos prejuicios respecto a al cuidado que un hombre puede procurar a sus hijos. Los tiempos han cambiado, los roles de hombres y mujeres han cambiado pero damos por hecho que el cuidado de los hijos es potestad de las mujeres. Todos los días vemos en las noticias asesinatos, malos tratos, abusos- verdaderas barbaridades. Pero, ¿solo son hombres? Vemos a bebés recién nacidos en contenedores, en cañerías, congelados. Todos tenemos en mente casos horribles tanto de hombres como de mujeres respecto al trato de los más inocentes. ¡Señores, seamos serios! El tiempo de quien es peor o mejor persona ha pasado. Todos los días padres y madres salen a trabajar muy duro para mantener una familia, dar los mejores cuidados a sus pequeños y procurarles una buena educación. Defendamos la igualdad. Estamos en el siglo XXI. Defiendan la bondad o maldad de los individuos, no diferencien entre el sexo bueno o malo; el hecho de tener nueve meses en el vientre a un futuro bebé no te hace mejor o peor ni se presupone que sabrás, querrás o podrás cuidar de tu hijo. ¿No queremos igualdad?

 

Fuente: http://www.diariocordoba.com/noticias/opinion/cartas-director_987311.html

En la custodia de los hijos el padre es el que sufre más vulneración de derechos

La joven palmera Naira Pérez ha realizado su Trabajo de Fin de Grado sobre ‘Los Derechos Humanos del progenitor no custodio y del menor en los procesos de divorcio y separación’. “Las razones que se observan como causantes de la asignación de custodia exclusiva a la madre, se basan en el mantenimiento de roles sociales anacrónicos y en la existencia de una política de discriminación ultrapositiva”, asegura.

Naira Pérez Rodríguez (Villa de Mazo, 1993) ha realizado su Trabajo de Fin de Grado (TFG) de la carrera de Derecho, que ha cursado en la Universidad de La Laguna, sobre ‘Los Derechos Humanos del progenitor no custodio y del menor en los procesos de divorcio y separación’. “Me centro en la defensa de los derechos vulnerados a los progenitores no custodios (es decir, aquellos que, en caso de régimen de custodia exclusiva, no ostentan la guarda y custodia sino tan solo un derecho de visitas) y a los menores. Sin embargo, en el 76.95% de los casos el progenitor no custodio es el padre, por lo que, en la práctica, podría decirse que defiendo principalmente al padre, si bien es tan solo por una razón estadística que bien podría referirse a la madre en otro contexto estatal”, ha precisado en una entrevista a LA PALMA AHORA.

Esta joven, presidenta de la AEGEE-Tenerife, una de las 243 sedes de la mayor asociación multidisciplinar juvenil de Europa, comenzará en septiembre a preparar las oposiciones a judicatura. “Si todo sale bien, en unos años podré ser juez y espero que la plaza que lleva libre unos años en La Palma me siga esperando”, comenta con ilusión.

La familia, defiende, “es el núcleo esencial de perfección de la sociedad, en el cual todos sus miembros pueden desarrollar libremente su personalidad y fomentar los vínculos de solidaridad para alcanzar una vida ética y moral. Sin embargo, las crisis familiares pueden crear consecuencias emocionales y jurídicas irreversibles: vulneraciones de Derechos Humanos y Fundamentales. Cuando una familia se disgrega, todas sus partículas tienen igual derecho a la protección pública, sobre todo cuando existen hijos comunes, y para ello es necesario respetar la dignidad individual de cada uno de sus miembros. En mi Trabajo de Fin de Grado traté de analizar las numerosas transgresiones de Derechos Humanos y Fundamentales que sufren los progenitores no custodios y los menores cuando se establece un régimen de custodia exclusiva”.

Vulneración de derechos

Al progenitor no custodio, añade, “se le vulneran derechos tan fundamentales como la dignidad, la igualdad, el recurso efectivo ante los tribunales, la presunción de inocencia, la honra, la intimidad familiar, la igualdad en caso de disolución del matrimonio, la protección de la familia, la integridad psíquica y el derecho a la asunción de obligaciones por ambos padres. A los hijos, además de truncársele el proceso de adquisición de identidad que solo puede alcanzar en presencia de ambos progenitores, se le vulneran derechos como el de educación en valores, su interés superior, el libre desarrollo de su personalidad, el derecho a ser oído y el derecho a un nivel de vida adecuado”.

En el 76.95% de las familias con hijos menores, subraya Naira Pérez, “la custodia se otorga de manera exclusiva a la madre, quedando el padre relegado al derecho de visitas, por lo que podemos afirmar que es esta figura la que sufre, en la gran mayoría de los casos, tales transgresiones. El régimen de custodia exclusiva se viene otorgando a la madre prácticamente de manera directa, sin ningún informe que la determine como sobrecualificada ante el padre, mientras que sí se exige informe para el establecimiento de la custodia compartida, lo cual no se entiende porque el menor, excepto en casos específicos, se desarrollará más completamente con ambos padres que con uno solo”. El establecimiento del régimen de custodia exclusiva a favor de la madre, asegura, “se basa en razones de populismo civil y penal, en la visión sesgada que generan los medios de comunicación de las familias, en el mantenimiento de roles sociales anacrónicos para ambos sexos y, por supuesto, en la institucionalización del lobby feminista desnaturalizado respecto a este tema”.

Soluciones para proteger la dignidad

Dice que “la custodia compartida revisable, el fomento de la corresponsabilidad parental y la mediación obligatoria de manera progresiva, principalmente, así como las sanciones civiles y penales ante los incumplimientos en este ámbito (no solo cuantitativos, sino también cualitativos, como la creación de clima adverso en contra del otro progenitor), la creación de instituciones de apoyo gratuitas y la educación cívica en valores, son las únicas soluciones para proteger la dignidad de ambos progenitores y, sobre todo, como sujeto más afectado en estos casos y por la protección superior que merece, eliminar la percepción del menor como posesión y su uso como instrumento, fomentar su percepción como fin último y promover el principio de bienestar superior del menor”.

Encuesta entre 310 personas

Naira llevó a cabo una encuesta con “un formulario totalmente anónimo consistente en 19 cuestiones (generales y sobre las parejas separadas o divorciadas que conocieran) entre 310 personas, cuyo participante medio fue una mujer canaria (si bien participaron personas de todas las comunidades autónomas y de otros países) de 25 años con estudios jurídicos. El 88.39% de la muestra consideró a ambos progenitores igual de capaces para el cuidado de los menores, sin embargo, solo el 30.20% de las custodias de las que eran conocedores se otorgaron en régimen de custodia compartida. El resto de la muestra consideró a la madre como más preparada que el padre para el cuidado de los hijos, basando sus argumentos en vínculos naturales y roles sociales extintos, mientras que los argumentos a favor de la custodia compartida sí que se basaron en fundamentaciones más racionales, como el interés superior del menor (su formación, desarrollo, etc.) y en el derecho que a ambos progenitores ampara de convivir con sus hijos”.

Por otro lado, otro resultado “bastante llamativo”, dice, “se observa al preguntar a los participantes sobre la justicia en la asignación de la custodia. En el 75.93% de los casos en los que se le otorga la custodia exclusiva al padre se hace porque ‘realmente se lo merecía más ya que es mucho más capaz que el otro progenitor’, mientras que solo es así en el 44.87% de los casos en los que se le otorga a la madre, por lo que podemos afirmar que para el padre es mucho más complicado ostentar la custodia exclusiva y tan solo es posible cuando realmente es mucho más capaz que la madre, mientras que la madre recibe esa custodia en más de la mitad de los casos aún siendo igual de capaz que el padre”.

Incumplimientos en la custodia exclusiva

Sostiene que “se observan incumplimientos en el 39.96% de los casos de custodia exclusiva, mientras que solo ocurre en el 10.04% de los casos de custodia compartida y, por otro lado, el 58.39% de la muestra considera que efectivamente en el régimen de custodia exclusiva se vulneran derechos del progenitor no custodio”. Resalta que “las razones que se observan, principalmente, como causantes de la asignación de custodia exclusiva a la madre de manera prácticamente automática, se basan en el mantenimiento de roles sociales anacrónicos y en la existencia de una política de discriminación ultrapositiva”.

Concluye que “el actual sistema de custodia exclusiva, otorgado generalmente a la madre sin una fundamentación más racional que la biológica o los roles sociales anacrónicos, viola los Derechos Fundamentales y Humanos del progenitor no custodio y del menor, por lo que se debe impulsar el régimen de custodia compartida como principal, para poder permitir a todos los niños desarrollarse en igualdad de condiciones”.

Naira quiere cerrar esta entrevista con una frase que reza en parte de la dedicatoria de su TFG. “Aunque esta no sea la opinión común actualmente ni la vía que se está tomando en más del 80% de los casos, ello no significa que no sea la correcta: ‘Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha…’ Miguel de Unamuno, 12/10/1936”.

Fuente: http://www.eldiario.es/lapalmaahora/sociedad/Naira_Perez-derechos-progenitor_no_custodio_0_425557784.html

¿Hay que obligar a comer a los niños?

Nadie en su sano juicio volvería a un restaurante en el que el camarero le obligase a comer todo lo que ha pedido, ni a quedarse pegado en la silla hasta acabar, ni escogiera los alimentos, la cantidad e incluso la velocidad a la que el comensal tiene que acabar el plato. Y, sin embargo, para muchos niños, quizás la mayoría, este es el pan de cada día (literalmente) tanto en casa como en el comedor escolar.

En su libro Mi niño no me come, una biblia para padres desesperados, el pediatra Carlos González incluye a modo de epílogo un cuento titulado La carga de la brigada nutricional que sucede en un país imaginario donde una “policía nutricional” obliga a los comensales a acabarse sus raciones, por las buenas o por las malas. El mensaje del libro, según resume el propio González, es este: “No obligue a comer a su hijo. No le obligue jamás, por ningún método, bajo ninguna circunstancia, por ningún motivo”.


Los comedores escolares son uno de los lugares donde a los niños se les suele obligar a comer. Foto: Comer o no comer

Para aquellos que hayan vivido la tortura de los comedores escolares (con sus ingeniosos métodos para librarse de alimentos, como envolver el filete en la servilleta o incrustar el huevo frito bajo la silla) o la presión de un hogar en el que se sirve para la cena el pescado que se rechazó en la comida, las palabras de González suenan a música celestial. Pero ¿son realistas? O, dicho de otra manera, ¿por qué tantas víctimas de estos atropellos se empeñan en que sus propios retoños, cuando los tienen, dejen el plato niquelado? El 85% de los padres obliga a comer a sus hijos cuando ya han saciado su apetito, de acuerdo con el estudio realizado en la Universidad de California y titulado Sólo tres bocados más.

La respuesta parece estar en la pertenencia en masa al “Club del plato limpio”. Sus socios tienen más riesgo de padecer obesidad años después, como prueban estudios como Consecuencias de pertenecer al club del plato limpio, de la Universidad Cornell de Ithaca. Instar al niño a que coma sólo tres bocados más es contraproducente, recuerda Julio Basulto, nutricionista y autor de Se me hace bola. Basulto, que considera “vejatorio, innecesario y contraproducente” obligar a comer al niño o castigarlo por no comer, recuerda que numerosos estudios, como este otro publicado en la revista Appetite, prueban que insistir al niño para que coma verduras simplemente no funciona. “No sabemos por qué. La teoría que más me convence es que prohibir es despertar el deseo. Dar buen ejemplo sí se traduce en que el niño coma más saludable”.

Además de dar ejemplo, hay que evitar colocar en la mesa alimentos no saludables. “En algunas casas a la hora de la comida no se bebe agua, sino Coca-Cola. No hay pan integral, sólo blanco. Ni cereales integrales. Hay derivados cárnicos a mansalva. A media tarde toman un postre lácteo en lugar de fruta”, señala Basulto a Verne. “No soy muy partidario de hablar de qué es una dieta sana; prefiero explicar que las cosas que no son comida no deberían estar frecuentemente en su mesa”.

Cuando uno de cada tres niños padece sobrepeso u obesidad, merece la pena replantearse el método tradicional de alimentar a los pequeños, que viene a consistir en que coma, tanto si tiene hambre como si no. Partimos de la base de que todos los animales de este mundo comen lo que necesitan, y de que cada uno elige, además, la dieta adecuada para su especie. Como escribe González, no se encuentra uno, paseando por el campo, bichos muertos porque nadie les dijo que tenían que comer.

Podemos comenzar por cuestiones como estas:

¿Cuánto hay que llenarle el plato al niño?

“No hay una noción”, dice Basulto, padre de tres hijas. “Si deja algo, es que le has puesto mucho y al día siguiente lo reduces. Lo que se ha dejado se lo retiras y tan amigos. Los cálculos que se hacen sobre cuántas calorías necesita comer un niño tienen una desviación estándar muy grande. Tu hija puede necesitar la mitad de calorías que otra niña de su edad de su mismo sexo, talla y peso. ¿Quién sabe cuántas calorías necesita tu hija? Tu hija, nadie más”.

El pediatra Jesús Garrido cree, por su parte, que en España hay dos problemas con las cantidades de comida que se ofrecen. El primero es que las abuelas son de la época de la postguerra, donde el hambre en muchas familias fue una realidad, y es difícil convencerlas de que un niño puede estar sano sin estar gordo. La segunda es que en la cultura mediterránea toda actividad social gira en torno a la comida y nuestra dieta está muy condicionada por la forma en la que compartimos la comida a escala social. “En verano es raro quien no engorde en un país en el que se puede comer y cenar en la calle consumiendo comida como parte del ocio”, señala.


Un niño de nueve meses y un plátano, a la misma escala. ¿Dónde lo va a meter? Foto: ilustración de ‘Mi niño no me come’, de Carlos González.

¿Qué pasa cuando el niño está en un percentil bajo?

Garrido cree que las tablas de peso, longitud y perímetro craneal son una herramienta útil, pero también peligrosa. “Si no se usan y sobre todo si no se explican adecuadamente son uno de los desencadenantes de problemas con la comida más frecuentes”, señala. “Hay que entender que estas tablas se hacen usando datos sólo de niños sanos. Y que un percentil 3 por ejemplo, que para muchos es un criterio de peso bajo en sí mismo, sólo significa que el 3 por ciento de los niños sanos de esa edad están por debajo de esa cifra”.

El problema está en que se interpreta como una escala de aprobado o suspenso, dice Garrido. “Cuanto más alto está en peso y talla mejor lo interpretan los padres. Y estar por debajo de la media es visto como un suspenso. Cuando los niños que hay por encima y por debajo están igualmente sanos. Si esto no se explica bien, enterarse de que su hijo está por debajo de la media es para muchos razón para forzar al niño a comer más. Cuando el niño estaba sano y no lo necesitaba, al hacer esto aseguramos que aparezcan problemas de relación con la comida”.

¿Cuáles son las consecuencias de utilizar la comida como herramienta para inculcar obediencia?

“Si mezclas mente, estómago y corazón, complicación”, resume el pediatra Garrido. “Si no queremos que nuestro hijo use la comida como pieza de cambio y se focalicen en la comida otros problemas, no debemos dar a la alimentación más importancia de la que tiene ni una función diferente”, sostiene. “Los únicos objetivos que deberíamos plantearnos con la comida son que el niño tenga una dieta variada porque se la ofrezcamos; que sea él y sus mecanismos de regulación quienes decidan las cantidades y los horarios mientras no haya un problema claro.

Basulto, por su parte, cree que estos comportamientos se asocian con más riesgos de obesidad, trastornos alimentarios, y obsesiones que nos acompañan a lo largo de la vida. “Si el helado era una recompensa cuando eras pequeño, quizás de mayor, cada vez que tengas un conflicto emocional necesites comer helados”.

“El problema más habitual de un niño pequeño con la comida”, escribe González, “es el intento de los adultos de intentar obligarle a comer. Es un grave problema que produce sufrimiento, angustia, humillación, vómitos e incluso, si se tiene éxito, obesidad. El motivo suele ser la visión distorsionada de los adultos sobre cuál es la cantidad normal de comida que necesita un niño, y la falta de respeto hacia el niño como ser humano”.

¿Qué hacer cuando el niño rechaza la verdura?

Lo primero es retirar los alimentos no saludables. Con un magnum de chocolate, dice Basulto, un niño puede haber cubierto buena parte de las necesidades calóricas del día. “Luego no tiene hambre, y así no va a comer verdura o fruta, mucho menos apetitosas”. Lo segundo es dar ejemplo. Y en tercer lugar, no hacer nada; no felicitar ni castigar, ningún intento de modificar su comportamiento: se sabe, como señalamos antes, que premiar es contraproducente. “Pero tenemos que haber dado los dos primeros pasos. Decirle al niño algo así como ´Qué bueno está este brócoli. Fíjate que cardioprotector y antioxidante´ no es más que una manipulación”, dice Basulto.

Y un recordatorio importante: a los niños españoles no les faltan vitaminas y minerales. Les sobran calorías, grasas y azúcares. No es cuestión de añadir nutrientes, es cuestión de retirar calorías vacías de su alimentación. “Tenemos que tener una relación más normal con la comida”, resume Basulto. “Tan normal como respirar o pestañear”. A nadie se le obliga a eso.

El amor es una evolución natural beneficiosa para la especie

Aunque pueda sorprendernos, la idea de emparejarse por amor es un “invento” relativamente reciente, al menos en nuestra especie. Hoy nos parece normal, pero en el pasado muchos matrimonios se hacían por conveniencia, como explica la historiadora Stephanie Coontz en su libro «Historia del matrimonio». Surgido inicialmente como un contrato o alianza entre grupos (clanes, familias y linajes), más que entre una pareja, la «revolucionaria» idea de casarse por amor no se impuso hasta el siglo XVIII.

Sin embargo, hoy en día, los humanos somos extremadamente exigentes cuando se trata de emparejarnos. Una exigencia que ha ido “in crescendo” a medida que las mujeres han adquirido independencia económica para rechazar casarse si no encuentran un compañero adecuado o para dejar a su pareja cuando se sienten infelices, resaltaba Coontz en una entrevista concecida a ABC en 2006.

¿Pero cuál es el punto de vista evolutivo sobre este tema? Un estudio que se publica en la revista PLoS Biology podría tener la respuesta. Investigadores del Instituto Max Planck de Ornitología, de Alemania han ideado un elegante diseño experimental para aclarar esta peliaguda cuestión de la elección de pareja, a la que dedicamos gran cantidad de tiempo en la fase previa del cortejo, que incluye ilusiones y también frustraciones.

Y para ello han utilizado al pinzones cebra, también conocido como diamante mandarín, unos pájaros australianos que ya se han prestado en otras ocasiones a estudios sobre la fidelidad. Aprovechando las similitudes de estas aves con nuestra especie, en el cortejo, la monogamia y el cuidado de las crías, los investigadores establecieron una sesión de “citas rápidas”, dejando a grupos de 20 hembras elegir libremente entre 20 pinzones macho.

Una vez que las aves se habían emparejado, a la mitad de las parejas se les permitió una vida de felicidad conyugal. Sin embargo, la otra mitad tuvo peor suerte. Como una reminiscencia de lo que ocurría en el pasado con los matrimonios humanos, los investigadores separaron a la feliz pareja y obligaron a cada integrante a unirse con otro compañero distinto del elegido.

Tanto a las parejas felices como las de “conveniencia” (de los investigadores, en este caso) las dejaron criar libremente y evaluaron su comportamiento mediante el número de los embriones y pollos muertos así como hijos supervivientes.

Sorprendentemente, el número final de pollos supervivientes fue un 37% mayor en el caso de las aves que se habían emparejado “por amor” que en las parejas impuestas. Los nidos de parejas formadas sin posibilidad de elección tenían casi tres veces más huevos no fecundados que las de las de libre elección, y un mayor número de huevos fueron escondidos o se perdieron.

También murieron muchos más pollos de estas parejas después de la eclosión. La mayoría de las muertes ocurrieron dentro de las primeras 48 horas, un período crítico durante el cual los padres obligados a emparejarse eran notablemente menos diligente en sus deberes con las crías que los de las parejas felices.

Pero por lo que parece, la cosa venía de atrás. El noviazgo de ambos tipos de parejas -felices y obligadas- mostró algunas diferencias notables. En primer lugar, aunque los machos de las parejas obligadas prestaban la misma atención a sus compañeras que los de las parejas felices, las hembras eran mucho menos receptiva a sus iniciativas y tendían a aparearse con menos frecuencia.

Además, al analizar la armonía de las parejas, los investigadores vieron que las que no tuvieron elección eran en general mucho menos “tiernas” que las felices. También registraron un mayor nivel de la infidelidad en las aves de las parejas obligadas.

Los investigadores concluyen que las aves varían bastante en sus gustos y eligen compañeros que encuentran estimulantes de alguna manera que no es necesariamente obvia para un observador externo. La elección hace que las hembras de pinzón tengan mayor probabilidad de éxito en la cópula y promueve el compromiso paterno durante el tiempo necesario para criar a la nidada. En conjunto, esto maximizaría la probabilidad de que la pareja perpetúe sus genes a través de una descendencia próspera.

¿Suena familiar? Es probable que el juego de la seducción en nuestra especie tenga una finalidad parecida para garantizar que durante la larga fase de dependencia de los hijos obtendrán el apoyo de sus padres.

De hecho, los resultados de estos autores son coherentes con algunos estudios sobre las diferencias entre matrimonios basados en el amor y los llevados a cabo por conveniencia en la sociedad humana.

De ahí que dediquemos tanto tiempo y esfuerzo a la fase previa de cortejo, pese a que en algunos casos obtengamos frustraciones.

Fuente: http://www.abc.es/ciencia/20150914/abci-amor-fidelidad-parejas-201509142025.html

De elfas y orcos. Violencia de género. Una reflexión de Alicia V. Rubio Calle

La ideología de género tiene como uno de sus objetivos primordiales la demonización ontológica del varón, la degradación de la mujer, la manipulación de los niños y la destrucción de la familia.

Puesto que la demonización del varón es uno de los objetivos de la malhadada ideología de género, unos medios informativos perfectamente orquestados y manipuladores se empeñan en darnos una visión negativa de ese colectivo, los varones que, casualmente, son la mitad de la sociedad.

Al varón se le trata de dibujar como un ser violento e hipersexualizado, incapaz de controlar sus pulsiones lascivas y homicidas, un ser despreciable. Vamos, un orco.

Las mujeres, en cambio, son presentadas como unos seres beatíficos incapaces de guerras y violencias a los que los orcos tratan de esclavizar sexual y domésticamente y a las que obligan a tener y criar hijos orcos que continúen con el dominio y elfas que sirvan a los nuevos orcos.

Estos orcos sin sentimientos, como ya han sospechado, pertenecen a un Mordor terrorífico llamado patriarcado, que domina la tierra media desde su lúgubre y secreta morada y dirige, sin excepción, las mentes simples y perversas de todos sus súbditos orcos.

Sin embargo, nos cuentan que algunas elfas valientes se han rebelado contra Mordor y sus orcos y tratan de instaurar un bello Rivendell donde podamos vivir en paz las elfas y algún orco al que, si se hace consciente de su maldad intrínseca y colabora a la destrucción de Mordor, se le perdona lo feo y malo que es.

Se supone que ustedes y yo vivimos en tan angustioso lugar, pese a que no tengamos la percepción de que sea así. Y, por ello, por nuestra clara evidencia de que todo ese mundo de elfas y orcos es una mentira, los medios de comunicación y, lo que es peor, nuestros gobernantes, se afanan en presentar como real, con los métodos más arteros y miserables, ese mundo imaginado.

Nuestros gobernantes, encima, rivalizan en encabezar la cruzada contra Mordor y en resolver la situación venciendo a ese monstruo invisible y a sus odiosos seguidores, concretamente la mitad de los españoles. 

Para ello destinan ingentísimos fondos, pese a que muchos, ni vemos Mordor, ni vemos orcos, ni vemos el destino de los fondos, ni se resuelve nada de lo que cuentan que pasa y que sigue pasando (¡si deja de pasar, se acabaron los fondos!) como si los miles de millones de euros contra Mordor se esfumaran de camino. Y es que, de camino a ese Mordor imaginado hay cantidad de bolsillos agradecidos con los colores de la bandera de Rivendell.

Como la elfa no puede ser violenta y matar, desde el año 2010 las estadísticas oficiales no reflejan las cifras de orcos asesinados por sus parejas elfas. En cambio, sí se refleja la situación inversa: las elfas asesinadas por orcos (una media de 60 al año en una población de 22.000.000 de elfas, y una de las más bajas de de la Tierra Media Europea) son aireadas y repetidas hasta la saciedad.

Asociaciones civiles contabilizan los orcos muertos a manos de elfas a través de la prensa, local en muchos casos: vamos, que sólo las ven los hobbits de La Comarca, pues la muerte de orcos en esta sociedad dirigida por Mordor no merece, curiosamente, prensa nacional. Y la media oscila alrededor de 30 al año. La mitad que elfas, pero no existen. Dicen que no los mata Mordor y, por ello, su muerte y su mísera vida orca no valen un duelo. Me pregunto si los mata Rivendell.

Jopetas. Diríase que ni las elfas son tan buenas y tan inofensivas, ni los orcos tan malos.

Pues no. Como las elfas, tan buenas ellas, no mienten, en la Tierra Media hay una ley (LIVG) que, sólo con la palabra de la elfa afirmando que el orco ha puesto “cara de contactar con Mordor”, el orco con el que convive va al calabozo sin presunción de inocencia, que para eso es un malo malísimo. La elfa, en clarísima situación de desamparo se queda con la casa, los elforquitos y una pensión que el orco ha de pagar aunque se muera de hambre.

¿Y si una elfa mintiera por odio, por venganza, por interés? Pero no, no mienten nunca. No existen las denuncias falsas.

Los orcos, en su infinita maldad y oyendo la voces de Mordor, a veces matan a sus hijos (sin distinción entre elfas y orcos). Mientras se estuvo contemplando en las estadísticas oficiales, los orcos mataban un 33% de las criaturas. A partir de 2011 se dejó de reflejar en las mismas… quizá porque ese 66% restante de asesinados por sus progenitores recaía en las elfas. Y una elfa no mata. Y si mata es por locura, depresión o enajenación. El orco mata por maldad. Jamás tiene depresión, esquizofrenia, alcoholismo… Por maldad y porque se lo manda Mordor. A la bondadosa elfa… ¿no se lo manda Rivendell?

Las cifras, pese al oscurantismo oficial, siguen siendo las mismas: 33% versus 66% “a favor” de las elfas. Los niños que matan estas elfas no existen, no se les da proyección pública. Sólo existen dos “momentos hobbit” en la vorágine informativa: para informar de su muerte y para informar de que la elfa asesina tenía depresión o enfermedad mental. Justificado, por tanto, y cerrado el caso. Hay quién llama angelitos negros a eso pobres niños muertos a manos de sus madres.

El mismo oscurantismo que hay desde 2010 respecto al estado civil (en proceso de separación) de los orcos que se suicidan, cosa extraña en un mundo que tanto les beneficia. Asociaciones civiles aventuran que superan el millar al año por la aplicación legislativa de ese universo de fantasía que sólo un orate, o un malvado, o alguien que se lucra de ello, puede materializar en leyes discriminatorias contra los varones hechos orcos por la gracia del Rivendell más falso, miserable y homicida que imaginarse pueda. Y de todos los trolls, esos sí que lo son, que colaboran en ello.

Transformación de la mitad de la población en orcos, generalizaciones de maldad y estigmatizaciones que, si se hicieran con una raza o religión, causarían escándalo. Inexplicable oscurantismo del Gobierno en las cifras que “no interesan”. Y demasiada gente colaborando por desconocimiento, por buenismo y, sobre todo, por ese dinero, invertido contra Mordor, que alimenta la patraña. Porque, en esta Tierra Media, no hay orcos, ni elfas: hay personas. Seres humanos buenos y malos, nobles y despreciables al margen de su sexo. Seres humanos que nunca tuvieron, ni tendrán, género.

“En caso de peligro, las mujeres y los niños, primero”

“Machete al machote” “Al varón, castración”

Respectivamente Mordor y Rivendell. Nos hemos vuelto definitivamente locos.

Dedicado a esos diputados europeos (MEP’s) que han votado a favor del Informe Rodrígues para que la doctrina falsa y desquiciada de Rivendell se imponga en los colegios por el “empoderamiento de las elfas”. Gracias.

Alicia V. Rubio Calle

Ahora vas, y pides “la compartida”

Martes, 8 de Septiembre, 2015

¿Quieres custodia compartida? Bien, te vas a enterar, no me a costar nada, ni te vas a enterar que he llamado pues no deja rastro la llamada, y con tranquilidad puedo llamar hasta desde el teléfono fijo. Y además te voy a “calzar” con una denuncia, y puesto que no eres el alcalde Loja, ni el director del Centro Amate del PSOE, será casi imposible que se archive en el fin de semana, ante lo cual, te vas a pasar un finde semana en el calabozo, cuándo salgas de allí ya no vas a poder entrar en nuestra casa, y a ver a tus hijos con cuenta gotas, aparte de tener que mantenerme. Pero es que además, con esta denuncia impido, a través del artículo 92 punto 7 de nuestro Código Civil, que se aplique la custodia compartida mientras el proceso de violencia de género se encuentre abierto, Ahora vas y pides la compartida.

El texto es de la persona que ha localizado la imagen:

“Chorradas” que miran 30.000 personas…)) En este caso, LA CONTRAPORTADA DEL JUERVES (hecha por nuestro compi, Sheyer Steve) , a la PORTADITA DEL JUEVES.

Fuente:
Javier Xavier
https://www.facebook.com/bychorradas/photos/a.529255417151579.1073741832.465733106837144/880635858680198/?type=1

Fuente:  http://custodiapaterna.blogspot.com.es/2015/09/ahora-vas-y-pides-la-compartida.html

Los padres no cuidan peor de los hijos, es que las madres quieren que lo hagan como ellas

La autora de «Padres destronados» asegura que hay hombres que son considerados por sus propias mujeres como un estorbo en el cuidado de sus hijos, lo que motiva que se alejen más.

María Calvo, profesora titular en la Universidad Carlos III y autora de «Padres destronados» (Editorial Toromítico), tiene claro que la figura paterna es esencial para el correcto desarrollo del niño, aunque lamenta que la sociedad actual la ha desacreditado.

—¿Por qué está devaluada la función paterna?

—Está demostrado que cuando una pareja se separa y va a los juzgados, el 90% de las custodias se concede a las madres, independientemente de que el padre haya estado implicado en la labor de cambiar los pañales a su hijo, llevarle al pediatra; en definitiva, de su cuidado y educación. Hay una creencia mayoritaria de que los hijos están mejor con las madres porque ellas les atienden mejor.

—¿Cuáles son las principales diferencias entre el padre y la madre ante la crianza de un hijo?

—La presencia de la madre es esencial en su papel de darle cariño, protegerle, cuidarle, educarle… pero al mismo nivel que el padre. Lo que ocurre es que el padre y la madre se dirigen a los hijos de manera distinta por su propia educación, cultura, valores, etc. La mujer es la que, por excelencia, se encarga de controlar el espacio vital del pequeño, su comida, sus amistades, que no le falte nada cuando va al colegio… Las madres tendemos a tener una actitud sustitutiva. Es decir, cuando a un hijo se le cae un tenedor, la madre se lo recoge, pero el padre no. Cuando un niño llega tarde a la ruta del colegio por la mañana, la madre le abrocha los botones del polo y le ayuda a ponerse las zapatillas, aunque el niño tenga diez años. El padre le anima: «venga, date prisa en abrocharte el abrigo». El hombre, en definitiva, se decanta por dotarles de mayor autonomía y libertad. De esta forma se fomenta un equilibrio en el desarrollo del niño. .

—¿Se demuestra que la figura del padre es imprescindible?

—Sí, para el correcto desarrollo psíquico del niño. En ausencia, física y psíquica del padre, la relación madre-hijo funciona como un universo cerrado, una relación de pareja que se repliega sobre sí misma y perjudica el equilibrio de ambos. Ante estas circunstancias, el padre no juega su papel de separador que es el que, precisamente, permite al niño diferenciarse de la madre y se produce una insana mutua interdependencia madre-hijo. Las mujeres por naturaleza son más proteccionistas, mientras el padre respeta más la libertad y se encarga de cortar el cordón umbilical con la madre, lo que beneficia mucho al niño, y también a la madre a la que la dota de mayor libertad.

—¿Son, en ocasiones, las mujeres muy celosas de la maternidad y no permiten que el padre se desarrolle como tal?

—Efectivamente. Hay madres que renuncian a trabajar por la tarde, a ir al gimnasio, quedar un día con amigas porque piensan que sus maridos no saben cuidar bien de los hijos. Que no lo harán bien. Sin embargo, sí que saben hacerlo, la cuestión es que no lo hacen como ellas quieren, sino desde su enfoque masculino, con su propio estilo paternal. Las mujeres a veces somos demasiado exigentes y este modelo de madre dominante perjudica al niño porque le desequilibra en su desarrollo.

Hay matrimonios en que la mujer exige al padre que se comporte como una «madre bis». No es lo correcto. Lo que hacen los padres no es que esté mal, es que no lo hacen a la manera femenina. Nosotras somos las que en ocasiones les ponemos los límites.

Algunos padres no son valorados y son criticados y considerados estorbos en la educación de sus hijos por sus propias mujeres, por lo que finalmente optan por apartarse y dejar esta competencia en manos de sus mujeres. Sin embargo, la defensa de la maternidad es también la defensa de la paternidad.

—¿Qué consecuencias tiene esta actitud a corto y largo plazo para el niño?

—A corto plazo pueden caer en el abandono escolar y sufrir alteraciones de sueño. Tienen más probabilidades de ser más agresivos, tener menos autocontrol, ser menos solidarios y empáticos… También son más proclives a sufrir enfermedades mentales, a abusar de drogas y alcohol. Sin un padre en el que se vea representado y le aporte esa otra visión de la realidad y educación, lo más probable es que de mayores no sepan cómo ser padres porque lo desconocen, y si lo son tendrán más dificultades en asumir responsabilidades al respecto.

Muchos de los problemas actuales de niños y adolescentes tienen su origen en una falta de atención o deficiente implicación de sus progenitores, especialmente de los padres. Los hijos se frustran.

Estados Unidos es el país con más madres solas del mundo desarrollado; uno de cada tres niños crece sin padre. Las investigaciones demuestran la existencia de 24,7 millones de niños norteamericanos en esta situación, un número mayor que el de los americanos afectados por cáncer, alzheimer y SIDA juntos. En España según datos de 2012 del Instituto de Política Familiar, uno de cada tres niños nace fuera del matrimonio. Los hogares sin padre constituyen la tendencia demográfica más perjudicial de esta generación.