¿Hay que obligar a comer a los niños?

Nadie en su sano juicio volvería a un restaurante en el que el camarero le obligase a comer todo lo que ha pedido, ni a quedarse pegado en la silla hasta acabar, ni escogiera los alimentos, la cantidad e incluso la velocidad a la que el comensal tiene que acabar el plato. Y, sin embargo, para muchos niños, quizás la mayoría, este es el pan de cada día (literalmente) tanto en casa como en el comedor escolar.

En su libro Mi niño no me come, una biblia para padres desesperados, el pediatra Carlos González incluye a modo de epílogo un cuento titulado La carga de la brigada nutricional que sucede en un país imaginario donde una “policía nutricional” obliga a los comensales a acabarse sus raciones, por las buenas o por las malas. El mensaje del libro, según resume el propio González, es este: “No obligue a comer a su hijo. No le obligue jamás, por ningún método, bajo ninguna circunstancia, por ningún motivo”.


Los comedores escolares son uno de los lugares donde a los niños se les suele obligar a comer. Foto: Comer o no comer

Para aquellos que hayan vivido la tortura de los comedores escolares (con sus ingeniosos métodos para librarse de alimentos, como envolver el filete en la servilleta o incrustar el huevo frito bajo la silla) o la presión de un hogar en el que se sirve para la cena el pescado que se rechazó en la comida, las palabras de González suenan a música celestial. Pero ¿son realistas? O, dicho de otra manera, ¿por qué tantas víctimas de estos atropellos se empeñan en que sus propios retoños, cuando los tienen, dejen el plato niquelado? El 85% de los padres obliga a comer a sus hijos cuando ya han saciado su apetito, de acuerdo con el estudio realizado en la Universidad de California y titulado Sólo tres bocados más.

La respuesta parece estar en la pertenencia en masa al “Club del plato limpio”. Sus socios tienen más riesgo de padecer obesidad años después, como prueban estudios como Consecuencias de pertenecer al club del plato limpio, de la Universidad Cornell de Ithaca. Instar al niño a que coma sólo tres bocados más es contraproducente, recuerda Julio Basulto, nutricionista y autor de Se me hace bola. Basulto, que considera “vejatorio, innecesario y contraproducente” obligar a comer al niño o castigarlo por no comer, recuerda que numerosos estudios, como este otro publicado en la revista Appetite, prueban que insistir al niño para que coma verduras simplemente no funciona. “No sabemos por qué. La teoría que más me convence es que prohibir es despertar el deseo. Dar buen ejemplo sí se traduce en que el niño coma más saludable”.

Además de dar ejemplo, hay que evitar colocar en la mesa alimentos no saludables. “En algunas casas a la hora de la comida no se bebe agua, sino Coca-Cola. No hay pan integral, sólo blanco. Ni cereales integrales. Hay derivados cárnicos a mansalva. A media tarde toman un postre lácteo en lugar de fruta”, señala Basulto a Verne. “No soy muy partidario de hablar de qué es una dieta sana; prefiero explicar que las cosas que no son comida no deberían estar frecuentemente en su mesa”.

Cuando uno de cada tres niños padece sobrepeso u obesidad, merece la pena replantearse el método tradicional de alimentar a los pequeños, que viene a consistir en que coma, tanto si tiene hambre como si no. Partimos de la base de que todos los animales de este mundo comen lo que necesitan, y de que cada uno elige, además, la dieta adecuada para su especie. Como escribe González, no se encuentra uno, paseando por el campo, bichos muertos porque nadie les dijo que tenían que comer.

Podemos comenzar por cuestiones como estas:

¿Cuánto hay que llenarle el plato al niño?

“No hay una noción”, dice Basulto, padre de tres hijas. “Si deja algo, es que le has puesto mucho y al día siguiente lo reduces. Lo que se ha dejado se lo retiras y tan amigos. Los cálculos que se hacen sobre cuántas calorías necesita comer un niño tienen una desviación estándar muy grande. Tu hija puede necesitar la mitad de calorías que otra niña de su edad de su mismo sexo, talla y peso. ¿Quién sabe cuántas calorías necesita tu hija? Tu hija, nadie más”.

El pediatra Jesús Garrido cree, por su parte, que en España hay dos problemas con las cantidades de comida que se ofrecen. El primero es que las abuelas son de la época de la postguerra, donde el hambre en muchas familias fue una realidad, y es difícil convencerlas de que un niño puede estar sano sin estar gordo. La segunda es que en la cultura mediterránea toda actividad social gira en torno a la comida y nuestra dieta está muy condicionada por la forma en la que compartimos la comida a escala social. “En verano es raro quien no engorde en un país en el que se puede comer y cenar en la calle consumiendo comida como parte del ocio”, señala.


Un niño de nueve meses y un plátano, a la misma escala. ¿Dónde lo va a meter? Foto: ilustración de ‘Mi niño no me come’, de Carlos González.

¿Qué pasa cuando el niño está en un percentil bajo?

Garrido cree que las tablas de peso, longitud y perímetro craneal son una herramienta útil, pero también peligrosa. “Si no se usan y sobre todo si no se explican adecuadamente son uno de los desencadenantes de problemas con la comida más frecuentes”, señala. “Hay que entender que estas tablas se hacen usando datos sólo de niños sanos. Y que un percentil 3 por ejemplo, que para muchos es un criterio de peso bajo en sí mismo, sólo significa que el 3 por ciento de los niños sanos de esa edad están por debajo de esa cifra”.

El problema está en que se interpreta como una escala de aprobado o suspenso, dice Garrido. “Cuanto más alto está en peso y talla mejor lo interpretan los padres. Y estar por debajo de la media es visto como un suspenso. Cuando los niños que hay por encima y por debajo están igualmente sanos. Si esto no se explica bien, enterarse de que su hijo está por debajo de la media es para muchos razón para forzar al niño a comer más. Cuando el niño estaba sano y no lo necesitaba, al hacer esto aseguramos que aparezcan problemas de relación con la comida”.

¿Cuáles son las consecuencias de utilizar la comida como herramienta para inculcar obediencia?

“Si mezclas mente, estómago y corazón, complicación”, resume el pediatra Garrido. “Si no queremos que nuestro hijo use la comida como pieza de cambio y se focalicen en la comida otros problemas, no debemos dar a la alimentación más importancia de la que tiene ni una función diferente”, sostiene. “Los únicos objetivos que deberíamos plantearnos con la comida son que el niño tenga una dieta variada porque se la ofrezcamos; que sea él y sus mecanismos de regulación quienes decidan las cantidades y los horarios mientras no haya un problema claro.

Basulto, por su parte, cree que estos comportamientos se asocian con más riesgos de obesidad, trastornos alimentarios, y obsesiones que nos acompañan a lo largo de la vida. “Si el helado era una recompensa cuando eras pequeño, quizás de mayor, cada vez que tengas un conflicto emocional necesites comer helados”.

“El problema más habitual de un niño pequeño con la comida”, escribe González, “es el intento de los adultos de intentar obligarle a comer. Es un grave problema que produce sufrimiento, angustia, humillación, vómitos e incluso, si se tiene éxito, obesidad. El motivo suele ser la visión distorsionada de los adultos sobre cuál es la cantidad normal de comida que necesita un niño, y la falta de respeto hacia el niño como ser humano”.

¿Qué hacer cuando el niño rechaza la verdura?

Lo primero es retirar los alimentos no saludables. Con un magnum de chocolate, dice Basulto, un niño puede haber cubierto buena parte de las necesidades calóricas del día. “Luego no tiene hambre, y así no va a comer verdura o fruta, mucho menos apetitosas”. Lo segundo es dar ejemplo. Y en tercer lugar, no hacer nada; no felicitar ni castigar, ningún intento de modificar su comportamiento: se sabe, como señalamos antes, que premiar es contraproducente. “Pero tenemos que haber dado los dos primeros pasos. Decirle al niño algo así como ´Qué bueno está este brócoli. Fíjate que cardioprotector y antioxidante´ no es más que una manipulación”, dice Basulto.

Y un recordatorio importante: a los niños españoles no les faltan vitaminas y minerales. Les sobran calorías, grasas y azúcares. No es cuestión de añadir nutrientes, es cuestión de retirar calorías vacías de su alimentación. “Tenemos que tener una relación más normal con la comida”, resume Basulto. “Tan normal como respirar o pestañear”. A nadie se le obliga a eso.

¿Por qué hablar sobre los temas los hombres siempre desencadena una reacción furiosa?

Después de editar un libro en el que 40 escritores hablan de lo que significa ser un hombre de hoy, Dan Bell está todavía conmocionada por la hostilidad que enfrentan aquellos que hablan de hasta sobre asuntos de los hombres.

 

Los hombres momento tratan de explorar los problemas que enfrentan, son ridiculizados o derribados como sexistas y reaccionarios.

Hace unos días estuve en una fiesta en liberal-noreste de Londres, cuando me pidieron la inevitable pregunta: “Entonces, ¿qué hacer entonces?”
Es una pregunta que me he llegado a temer. Esto no es porque estoy avergonzado de mi trabajo, o porque creo que es aburrido y poco interesante, pero porque sé que si te digo la verdad, la conversación cálida y abierta que había estado teniendo con la persona en frente de mí a menudo de repente ser sustituido por un silencio frío y torpe.
Usted ve, decirle a la gente que escribo acerca de los problemas de los hombres a menudo se siente un poco como diciéndoles que trabajo para Exxon.
En esta ocasión, pesaba el tenedor de conversación en el camino delante de mí, y decidí dar el paso y ser honesto, así que le dije que acababa de terminar la edición de un libro de 40 escritores explorar lo que significa ser un hombre en el Reino Unido hoy. Su respuesta fue simple: “Eso es valiente.”
Por supuesto, no es muy valiente; No valiente como escribir sobre la corrupción gubernamental en China, o de abusos de los derechos humanos en Arabia Saudita, pero yo sabía exactamente lo que quería decir.
Hablando como un hombre acerca de los problemas que enfrentan los hombres realmente puede desencadenar una reacción furiosa.
El ejemplo más reciente fue en respuesta a la autora Matt Haig, después de que él dijo que quería escribir un libro sobre la masculinidad. Su declaración hizo caer una tormenta de Twitter de desprecio en su cabeza antes de que él había escrito una palabra.
En el mismo mes que Haig fue “crucificado” en twitter por querer escribir sobre la masculinidad, la Unión de Estudiantes de la Universidad de Durham se convirtió en el último de una serie de sindicatos de estudiantes universitarios para bloquear la introducción de las sociedades de los hombres en el campus.
El jugador de 21 años de edad, quien fue trasladado para iniciar la sociedad de los hombres tras el suicidio de un amigo cercano del sexo masculino fue ridiculizado en el campus con comentarios tales como “¿No es esto un poco como empezar una sociedad de los derechos de las personas blancas?”
Muchas personas parecen tener un verdadero temor acerca de lo que los hombres recibirán hasta si se les permite hablar por sí mismos
En otra ocasión, mientras estaba trabajando para una revista de izquierda en Nueva York, Cindy Sheehan, una madre cuyo hijo había muerto en Irak, fue invitado a venir y hablar de las Madres por la Paz campaña contra la guerra.
Mientras se dirigía a la habitación de los editores, principalmente mujeres, mencionó de pasada que los padres de los soldados muertos “también habían pedido a participar en su campaña. En el momento en que dijo esto, una serie audible de risitas y resoplidos de la burla fue alrededor de la habitación, como si dijera: “Típico hombres con sangre de nuevo, tratando de músculo-in en la campaña de la mujer ¿No tienen ya controlan todo lo demás! ? “
Todavía recuerdo claramente cómo asombrado que estaba en esa reacción – padres están excluidos de una campaña para poner fin a las muertes de militares y el sufrimiento que experimentaron casi exclusivamente por hombres jóvenes, muchos de los cuales serían ellos mismos padres. Lo que hizo que la respuesta aún más impresionante fue que los padres que no estaban en la sala, pero a los que se dirigen estas risitas, habrían sido la generación de hombres reclutados a Vietnam. Si había alguien que tenía el derecho de ser parte del debate contra la guerra, que era sin duda ellos.
He sido testigo de innumerables situaciones similares y siempre hay la misma contradicción verdaderamente extraña en el corazón de cada uno de ellos. Por un lado, los hombres se les dice constantemente que debenabrirse, que es propia negativa de los hombres a lidiar con sus emociones y problemas que ellos mismos y otros provoca tanto daño.
Pero los hombres de momento intentan explorar los muchos problemas que enfrentan, a menos que lo hagan en un marco sancionado por el feminismo, a menudo son inmediatamente ridiculizados o derribados como sexistas y reaccionarios.
Esta es, obviamente, de ninguna manera siempre el caso y hemos tenido un poco de apoyo maravilloso para nuestro libro de mujeres y hombres por igual, pero muchas personas parecen tener un miedo genuino y profundo acerca de lo que los hombres recibirán hasta si son permitido hablar por sí mismos acerca de sus propias experiencias, de manera que vienen naturalmente a ellos como hombres.
(En otra ocasión memorable, después de haber sido empleado para ejecutar una línea problemas de los hombres foro de discusión, me dijeron en repetidas ocasiones por una compañera de trabajo que si los hombres se les permitió rienda suelta a publicar gratis lo que les gustaba que comenzarían de inmediato publicar fotos de sus penes. Yo no estaba ‘t trabajando para Grindr y no lo hicieron.)
La falacia de este prejuicio – si me disculpa el juego de palabras – no podría nacer a cabo con más fuerza que por la escritura increíble y reveladora que conforma nuestro libro.
A partir de una historia conmovedora de la experiencia de un padre de aborto involuntario, a los desafíos de satisfacer las expectativas tradicionales de la masculinidad como un hombre discapacitado, todos y cada uno de nuestros 40 escritores da una visión única que revela lo complejo, diverso y lleno de matices masculinidad es en realidad.
Lo que salta de las páginas, y tal vez lo que soy más orgulloso, es la riqueza y la vitalidad que viene brillando a través de cuando se pregunta a los hombres a hablar por la gente que está realmente escuchando.

Los padres no cuidan peor de los hijos, es que las madres quieren que lo hagan como ellas

La autora de «Padres destronados» asegura que hay hombres que son considerados por sus propias mujeres como un estorbo en el cuidado de sus hijos, lo que motiva que se alejen más.

María Calvo, profesora titular en la Universidad Carlos III y autora de «Padres destronados» (Editorial Toromítico), tiene claro que la figura paterna es esencial para el correcto desarrollo del niño, aunque lamenta que la sociedad actual la ha desacreditado.

—¿Por qué está devaluada la función paterna?

—Está demostrado que cuando una pareja se separa y va a los juzgados, el 90% de las custodias se concede a las madres, independientemente de que el padre haya estado implicado en la labor de cambiar los pañales a su hijo, llevarle al pediatra; en definitiva, de su cuidado y educación. Hay una creencia mayoritaria de que los hijos están mejor con las madres porque ellas les atienden mejor.

—¿Cuáles son las principales diferencias entre el padre y la madre ante la crianza de un hijo?

—La presencia de la madre es esencial en su papel de darle cariño, protegerle, cuidarle, educarle… pero al mismo nivel que el padre. Lo que ocurre es que el padre y la madre se dirigen a los hijos de manera distinta por su propia educación, cultura, valores, etc. La mujer es la que, por excelencia, se encarga de controlar el espacio vital del pequeño, su comida, sus amistades, que no le falte nada cuando va al colegio… Las madres tendemos a tener una actitud sustitutiva. Es decir, cuando a un hijo se le cae un tenedor, la madre se lo recoge, pero el padre no. Cuando un niño llega tarde a la ruta del colegio por la mañana, la madre le abrocha los botones del polo y le ayuda a ponerse las zapatillas, aunque el niño tenga diez años. El padre le anima: «venga, date prisa en abrocharte el abrigo». El hombre, en definitiva, se decanta por dotarles de mayor autonomía y libertad. De esta forma se fomenta un equilibrio en el desarrollo del niño. .

—¿Se demuestra que la figura del padre es imprescindible?

—Sí, para el correcto desarrollo psíquico del niño. En ausencia, física y psíquica del padre, la relación madre-hijo funciona como un universo cerrado, una relación de pareja que se repliega sobre sí misma y perjudica el equilibrio de ambos. Ante estas circunstancias, el padre no juega su papel de separador que es el que, precisamente, permite al niño diferenciarse de la madre y se produce una insana mutua interdependencia madre-hijo. Las mujeres por naturaleza son más proteccionistas, mientras el padre respeta más la libertad y se encarga de cortar el cordón umbilical con la madre, lo que beneficia mucho al niño, y también a la madre a la que la dota de mayor libertad.

—¿Son, en ocasiones, las mujeres muy celosas de la maternidad y no permiten que el padre se desarrolle como tal?

—Efectivamente. Hay madres que renuncian a trabajar por la tarde, a ir al gimnasio, quedar un día con amigas porque piensan que sus maridos no saben cuidar bien de los hijos. Que no lo harán bien. Sin embargo, sí que saben hacerlo, la cuestión es que no lo hacen como ellas quieren, sino desde su enfoque masculino, con su propio estilo paternal. Las mujeres a veces somos demasiado exigentes y este modelo de madre dominante perjudica al niño porque le desequilibra en su desarrollo.

Hay matrimonios en que la mujer exige al padre que se comporte como una «madre bis». No es lo correcto. Lo que hacen los padres no es que esté mal, es que no lo hacen a la manera femenina. Nosotras somos las que en ocasiones les ponemos los límites.

Algunos padres no son valorados y son criticados y considerados estorbos en la educación de sus hijos por sus propias mujeres, por lo que finalmente optan por apartarse y dejar esta competencia en manos de sus mujeres. Sin embargo, la defensa de la maternidad es también la defensa de la paternidad.

—¿Qué consecuencias tiene esta actitud a corto y largo plazo para el niño?

—A corto plazo pueden caer en el abandono escolar y sufrir alteraciones de sueño. Tienen más probabilidades de ser más agresivos, tener menos autocontrol, ser menos solidarios y empáticos… También son más proclives a sufrir enfermedades mentales, a abusar de drogas y alcohol. Sin un padre en el que se vea representado y le aporte esa otra visión de la realidad y educación, lo más probable es que de mayores no sepan cómo ser padres porque lo desconocen, y si lo son tendrán más dificultades en asumir responsabilidades al respecto.

Muchos de los problemas actuales de niños y adolescentes tienen su origen en una falta de atención o deficiente implicación de sus progenitores, especialmente de los padres. Los hijos se frustran.

Estados Unidos es el país con más madres solas del mundo desarrollado; uno de cada tres niños crece sin padre. Las investigaciones demuestran la existencia de 24,7 millones de niños norteamericanos en esta situación, un número mayor que el de los americanos afectados por cáncer, alzheimer y SIDA juntos. En España según datos de 2012 del Instituto de Política Familiar, uno de cada tres niños nace fuera del matrimonio. Los hogares sin padre constituyen la tendencia demográfica más perjudicial de esta generación.

Actualidad Feminazi

Contradicciones del Feminismo

Falso-Acoso infundido. El ser humano es sociable

Feminismo y Machismo en el lenguage

En huelga de hambre porque no puede pagar las tasas de selectividad de su hija

http://www.ideal.es/miugr/201506/17/huelga-hambre-porque-puede-20150617163116.html

O tragas cuanto se les ocurra, o eres un repugnante machista.

http://www.estandarte.com/noticias/autores/arturo-perezreverte-y-las-mujeres-feministas_1037.html

Arturo Pérez-Reverte

Caprichos del Feminismo y Crisis del Masculinismo – ¿Sordas Intentando Domesticar Hombres?

Artículo feminista:

La crisis de masculinidad y los “nuevos hombres”

Algunos historiadores norteamericanos fechan la aparición de la crisis masculina en Estados Unidos a finales del siglo XIX, cuando las mujeres se incorporaron al mercado laboral y comenzaron a luchar por sus derechos. Pero es en el siglo XX, en la década de los 80, cuando florecen los artículos e investigaciones sobre la crisis de la masculinidad en España, en Francia, en EEUU y Latinoamérica, especialmente en Argentina.

En los 90 los medios de comunicación masivos comienzan a hablar del tema: el 28 de Septiembre The Economist daba la señal de alarma con su apertura de portada:  “The trouble with men”.  Desde entonces hasta hoy, no sólo se han multiplicado los estudios sobre masculinidades;  también se ha desarrollado todo un movimiento social y político que está sacudiendo los cimientos del patriarcado en muchos países. Son los hombres igualitarios, que están reflexionando sobre esta crisis masculina y se han sumado a la lucha por la igualdad, desde el trabajo de calle, y desde la academia.

Una de las causas de esta crisis es que los hombres posmodernos han perdido sus modelos de referencia, según R. Conell (Australia). No les sirven los modelos tradicionales, como el de sus abuelos o padres, porque ellos fueron educados en la cultura patriarcal y por tanto vivieron siendo dependientes de sus mujeres, autoritarios, con dificultad para establecer relaciones íntimas y para expresarse emocionalmente.

Muchos sufren una gran carga de inseguridad sobre cuál es su papel, y tienen miedo a perder importancia o a sacrificar su virilidad. No saben relacionarse con hombres gays y odian a las mujeres feministas, y algunos emplean la violencia, tratando desesperadamente de ejercer su poder sobre su entorno, especialmente sobre las mujeres cercanas. En todo el planeta, los hombres se suicidan más que las mujeres y mueren en actos de imprudencia porque tienen menos herramientas para gestionar sus emociones. No saben cómo hacer frente al miedo, al odio, a la desesperación, a la tristeza; por eso es frecuente que recurran a la violencia, contra sí mismos o contra los demás.

Eduardo Bognino, psiquiatra y miembro de AHIGE y PPina, cree que la presión social sobre los “machos” ha sido devastadora para la salud mental y emocional de muchos millones de hombres. Esto es debido a que la masculinidad tradicional está sometida a constantes pruebas; un hombre ha de estar demostrando continuamente que no es una mujer, que no es un niño, que no es homosexual. Tiene que demostrar que es valiente, agresivo, activo, aunque tenga que poner su vida y la de otros en peligro. Los hombres, para demostrar su virilidad, tienen que ser exitosos en su trabajo; promiscuos, fértiles y potentes en el ámbito de la sexualidad. Crecen y construyen su identidad rechazando todo lo que tenga que ver con la feminidad;  las mujeres son siempre “lo otro”, aquello que uno no es.

En las películas, los videojuegos, los cómics, las series de televisión, se aprecia  una falta de diversidad  en los modelos masculinos; unos son machos alfa en acción, otros donjuanes, y  otros son unos “calzonazos” que no saben dominar a sus mujeres. Gracias a la mitificación de la violencia viril de nuestra cultura, la mayor parte de los hombres quieren ser vencedores, héroes o conquistadores de mujeres. La cantidad de mujeres que pueden seducir es la prueba de su hombría, de ahí que se les eduque para ser promiscuos, y para relacionarse con las mujeres únicamente  desde la necesidad. Por eso el papel de las mujeres ha sido siempre el de satisfacer sus demandas sexuales, y además ejercer de criadas para cubrir sus necesidades afectivas y materiales.

Con la revolución feminista, muchas mujeres dejaron de configurar su vida en torno a la necesidad de ser poseída por un hombre, y se rebelaron contra la doble moral sexual que les obliga a ser fieles y que en cambio premia la promiscuidad masculina. Las mujeres posmodernas reclaman a sus compañeros  mayor implicación sentimental y más comunicación, reparto igualitario de las tareas domésticas, relaciones plenas que no se basen en la evitación o la huida. Las mujeres de hoy ya no quieren cumplir el papel de “freno de mano” del hombre, y muchas se rebelan contra el rol de madre que han de cumplir para que sus maridos se comporten como personas adultas.

A algunos hombres les cuesta relacionarse igualitariamente con su familia o su pareja porque los entornos “masculinos” (trabajo, deportes, negocios, política) son jerárquicos y competitivos, y  porque con respecto a las mujeres siempre se han situado o bien en un plano superior, o en un plano de dependencia emocional. Además, han sido educados para reprimir sus emociones, y esta falta de expresividad les está pasando factura. Les cuesta abrirse y compartirse, comunicar, mostrar cariño en público a otros hombres, mostrar miedo o debilidad. Porque fueron educados para ser machos heterosexuales, duros, promiscuos, fuertes, inquebrantables; se les mutiló para que no se dejen llevar por la sensibilidad o los sentimientos bajo el lema “los hombres no lloran”.

Por todo esto a los varones les cuesta relacionarse en un plano de igualdad, y por esto las parejas también están en crisis. El modelo de relación basado en la dominación y la sumisión ya no funciona ahora que las mujeres pueden trabajar y no necesitan marido para sobrevivir. La liberación de las mujeres ha logrado que no nos relacionemos ya desde la necesidad de tener un proveedor, sino desde la libertad para compartir la vida con quien una desee.

Mientras las mujeres han ido empoderándose, los hombres sienten que han perdido su función como papel de proveedor principal, cabeza de familia, rey de su casa y amo de sus propiedades, su mujer, sus hijos e hijas. Ya no son necesarios ni para la defensa, ni para el mantenimiento del hogar, ni para la reproducción, como lo demuestra el aumento de familias monoparentales encabezadas por mujeres autónomas, y como lo demuestra el creciente uso de las técnicas de reproducción asistida.

La autoridad del pater familias ya no es sagrada. Ahora todo es negociable y las familias son democráticas: en casa se hablan las cosas y se llega a acuerdos, se reparten tareas, se apoya a quien lo necesita. Las mujeres se las arreglan solas ante los “maridos ausentes” (cada vez existen más jefas de hogares monoparentales en todo el mundo).  Los “padres ausentes” van perdiendo todo su poder porque no están, porque no son, porque son incapaces de comunicarse ni de vincularse emocionalmente con sus hijos/as. Ahora el respeto y el cariño hay que ganárselo, y muchos no saben por dónde empezar.

Y es que a muchos hombres les cuesta comprometerse. Con las mujeres, con los hijos, con las responsabilidades de la vida. Su constante deseo de escapar (de sí mismo, de sus sentimientos, de sus compromisos, de sus problemas, de su paternidad) revela, según algunos expertos en los estudios de las masculinidades,  la inmadurez de algunos para hacer frente a la vida.

Enrique Gil Calvo, sociólogo español, habla con naturalidad, en un proceso de autocrítica, del egoísmo de género, según el cual los varones sumidos en la tradición machista  siguen siendo pequeños tiranos acostumbrados a que sus necesidades y deseos sean atendidas de inmediato. Son muchos los que desean poder disfrutar de la impunidad de la infancia, por eso les gusta sentirse controlados, vigilados y regañados por sus compañeras. La libertad se les antoja insoportable, porque no saben qué hacer con ella. Por eso prefieren pasar de la madre a la esposa sin asumir su adultez, y pretenden que ambas cumplan su papel maternal hasta el fin de sus días.

Los “nuevos” varones, en cambio, apoyan el empoderamiento de sus amigas, de sus amantes, de sus compañeras, de sus madres y hermanas. Educan a sus hijas para que estudien y se desarrollen profesionalmente, para que sean autónomas y se emparejen con quien deseen, sin las presiones sociales de antaño. Felicitan a las mujeres de su entorno el 8 de Marzo, se manifiestan junto a ellas para reivindicar la igualdad; pero aún son muchos los que se sienten culpables porque no son capaces de ceder sus privilegios de clase.

Son los que “ayudan” en las tareas domésticas sin asumirlas como propias. Son los que cortan el césped del jardín pero jamás limpian la mierda de los retretes.  Son aquellos que evaden sus obligaciones poniendo como excusa la ignorancia o la torpeza masculina en asuntos domésticos, como si encargarse de ellos fuese una habilidad exclusivamente femenina que estuviese en la naturaleza de las mujeres desde el principio de los tiempos.

El “nuevo hombre” se enfrenta a una libertad desconocida para configurar su identidad, y eso le angustia, porque ha de inventarse nuevos modos de ser y de relacionarse y no sabe muy bien por dónde tirar. Algunas mujeres se quejan de la indecisión masculina, de la inseguridad que les paraliza, de su falta de madurez. El  varón posmoderno no sabe si las mujeres desean machos posesivos o compañeros de viaje,  y sufre por las contradicciones internas entre el discurso y la práctica, entre el deseo de igualdad y las estructuras machistas que habitan en todos los hombres y mujeres educadas en la tradición patriarcal.

Algunos aceptan el desafío y están explorando caminos desconocidos, rompiendo las barreras que les limitan, liberándose de la opresión que sufren desde que están en la cuna. Estos aventureros están re-pensando la masculinidad hegemónica y la diversidad de las masculinidades, están haciendo autocrítica, están planteándose nuevos retos, y se atreven por fin a construir su propia identidad al margen del machismo y la homofobia de nuestra cultura patriarcal. No es fácil porque todos llevamos incorporados estos esquemas, estos roles, estos estereotipos que nos dicen como es un “verdadero” hombre o como es una “verdadera” mujer. Pero basta con darse cuenta de que hoy la identidad no es un producto acabado, sólido, estable, sino que es más bien un proceso en el que todo cambia.

Muchos se unen para organizarse y forman  grupos de Hombres Igualitarios. Trabajan en varias áreas: activismo, talleres, encuentros, intercambios, terapias grupales e individuales, charlas, capacitaciones, investigación. En estos grupos se juntan varones de todas las edades y clases sociales, de diferentes religiones e ideologías, con un objetivo común: hablar. Hablar de sí mismos, analizar la educación que han recibido, cómo se sienten ahora, y qué pueden aportar ellos a la lucha por la igualdad y los derechos humanos.

Estos grupos de Hombres escriben en webs y blogs, publican libros, comparten información, crean redes de grupos masculinos, se reúnen en congresos internacionales, lanzan campañas a favor de la paternidad, salen a la calle a protestar contra la violencia hacia las mujeres o contra la explotación de esclavas sexuales. Trabajan con hombres maltratadores, realizan talleres de prevención con adolescentes, deconstruyen la masculinidad tradicional opresora, y reivindican otras masculinidades diferentes, otras formas posibles de ser y estar en el mundo.

Los hombres igualitarios desean mejorar sus relaciones con los amigos, sus relaciones sexuales y sentimentales, sus vínculos familiares. Reivindican su derecho a ejercer y disfrutar de la paternidad. Están revolucionando sus relaciones en la cama, en el trabajo, en la familia, y comienzan a sentir que tienen nuevos roles, nuevas metas, nuevas inquietudes. Estos nuevos varones están marcando el camino hacia una cultura más pacífica y amable, de relaciones más igualitarias y afectos más diversos.

El gran reto ahora, creo, es la lucha por la conciliación laboral y familiar. Los hombres quieren disfrutar de la crianza y la educación de los niños y las niñas, de modo que están pidiendo a los gobiernos y las empresas que permitan a los padres disfrutar de los mismos derechos y obligaciones que las madres.

Creo firmemente que es necesario que hombres y mujeres trabajemos unidos, porque lo que beneficia a unas, beneficia también a los demás, y porque tenemos el mismo sueño: una sociedad igualitaria en la que no se discrimine a la gente por sus diferencias, una sociedad sin jerarquías ni luchas de poder, una sociedad pacífica e inclusiva en la que tengamos toda la libertad para configurar nuestras identidades  al margen de las imposiciones sociales, y más allá de las etiquetas.

Fuente: http://www.lr21.com.uy/comunidad/1055105-la-crisis-de-masculinidad-y-los-%E2%80%9Cnuevos-hombres%E2%80%9D

 

La crisis del masculinismo está convenientemente mal entendida. El feminismo necesita hombres débiles para hacer mujeres fuertes.

No tengo costumbre de ir contradiciendo punto por punto, pero este artículo lo merece. Estamos dudando del título de doctora de esta señora, porque del feminismo ya dudábamos antes.

Muchos sufren una gran carga de inseguridad sobre cuál es su papel.

Esto simplemente es falso, lamento no poder dar una explicación larga. Ningún hombre que se valore tiene cargas de inseguridad a cerca de su papel. Aquí no hay papeles, nos los comemos todos. Somos igual de autosuficientes y seguros todas las personas, hombres y mujeres, la inseguridad no tiene nada que ver con el género.

Tienen miedo a perder importancia o a sacrificar su virilidad.

No tenemos miedo a perder importancia, simplemente, sabemos que el feminismo no nos da importancia, y nuestra respuesta a eso es daros la espalda. Inicialmente el masculinismo trató de tender la mano al feminismo, pero este último actuó de forma imperante y totalitaria sin querer saber nada de nosotros, ni nuestro punto de vista, ni nuestra opinión, ni nuestra participación. El feminismo es el que inició la desigualdad ignorando a los hombres.

Nosotros estamos seguros de ser hombres, y de nuestra masculinidad aunque no queraís verlo. No tenemos culpa de que el feminismo sea así de ciego y vea lo que le de la gana ver. Vuestras doctrinas en los centros educativos y vuestra publicidad en la televisión no sirven para nada. Sabemos que todo es manipulación.

No saben relacionarse con hombres gays y odian a las mujeres feministas.

El asunto de los gays, simplemente es falso sin nada mas que discutir. Me parece una tontería como un castillo de grande y nos hace dudar muchísimo de su título de doctora.

En general los hombres no odiamos a las mujeres feministas. Si que rechazamos a las feministas porque el feminismo de los últimos años, ha demostrado que nos trae desigualdad, o como dijo Toni Cantó “igualdad contra los hombres”. Y es que hasta un niño de 3 años sabe entender que un problema que afecta a dos, se soluciona entre dos, pero vosotras feministas nos disteis la espalda, y lo seguiremos repitiendo hasta que dejéis de darnos la espalda. Aunque lamentablemente la mayoría de los hombres ya no esperan que querrais dialogo. El feminismo de estos últimos años nos hizo mucho daño. No fumos nosotros quien nos quitamos valor a nosotros mismos, fuisteis vosotras quienes nos visteis con menos valor. Pero podéis ver lo que queráis ver, ya nos da igual. Como movimiento no queremos ser totalitarios y caer en vuestros defectos, como movimiento deberíamos seguir tendiéndoos la mano, ya que masculinismo y feminismo, en teoría ambos buscan la igualdad. Eso como movimiento, pero individualmente, cada hombre es mas difícil, suerte si encontráis alguno que aun confíe en el feminismo. Incluso tenéis mujeres detractoras del feminismo a las que vosotras criticáis. Vuestra ideología da a entender que “o feminismo, o nada”. Eso es muy egoísta.

Algunos emplean la violencia, tratando desesperadamente de ejercer su poder sobre su entorno, especialmente sobre las mujeres cercanas.

De nuevo manipulando. Sacando el tema de que necesitamos violencia porque es lo único que sabemos hacer. Pues no, también sabemos daros la espalda pacíficamente. Quizá no os hayáis dado cuenta, pero nuestro empoderamiento es distinto al vuestro. Nosotros lo hacemos individualmente y personalmente. La crisis de masculinidad que vosotros veis, es nuestra espalda, porque nosotros, estamos muy bien.

En todo el planeta, los hombres se suicidan más que las mujeres y mueren en actos de imprudencia porque tienen menos herramientas para gestionar sus emociones.

En todo el planeta los hombres tenemos trabajos mas duros que las mujeres, pero en temas de igualdad, no queréis saber nada de esto.

En cuanto a los sentimientos, volvemos a dudar de su doctorado. Los hombres no necesitamos permiso ni aceptación ni el punto de vista de las mujeres para expresar o no expresar nuestros sentimientos. El que quiere lo hace y el que no no. Ninguna de las dos opciones es criticable, porque es elegida por cada uno personalmente. No os habéis percatado de nuestra evolución. Mirad nuestra espalda de nuevo y preguntaos porque os la estamos dando.

No saben cómo hacer frente al miedo, al odio, a la desesperación, a la tristeza; por eso es frecuente que recurran a la violencia, contra sí mismos o contra los demás.

Lo mismo que lo anterior, pero esta vez de nuevo con el tema de la violencia. Ya sabemos que esto es manipulación. Mas quisierais que fuésemos violentos, parece que necesitáis un enemigo del que quejaros porque ya se os acabó la verdadera lucha, la que os dio igualdad. ¿Que puede hacer un movimiento cuando ya ha conseguido su objetivo? No tiene sentido. Nosotros en cambio, si esperamos desaparecer cuando cumplamos nuestros objetivos. Es lo justo.

Eduardo Bognino, psiquiatra y miembro de AHIGE y PPina, cree que la presión social sobre los “machos” ha sido devastadora para la salud mental y emocional de muchos millones de hombres. Esto es debido a que la masculinidad tradicional está sometida a constantes pruebas; un hombre ha de estar demostrando continuamente que no es una mujer, que no es un niño, que no es homosexual.

Tiene que demostrar que es valiente, agresivo, activo, aunque tenga que poner su vida y la de otros en peligro. Los hombres, para demostrar su virilidad, tienen que ser exitosos en su trabajo; promiscuos, fértiles y potentes en el ámbito de la sexualidad. Crecen y construyen su identidad rechazando todo lo que tenga que ver con la feminidad;  las mujeres son siempre “lo otro”, aquello que uno no es.

Que curioso, este es el punto de vista siempre, de las personas que se dedican a poner esas pruebas. ¿Aun no os habéis percatado que no necesitamos ser puestos a prueba? La única presión que tenemos, es nuestra lucha contra nuestra desigualdad: custodia, violencia hembrista, igualdad legal integral en todos los ámbitos menos en los de fuerza mayor como el embarazo. Aquí en este párrafo, ya uno empieza a plantearse: “¿No estarán intentando redefinir a los hombres a su gusto?”. Esto sería un gran error. Ya que de intentarlo, ni siquiera nuestra espalda veríais. No veríais nada. Un hombre de verdad, ignora las pruebas y rechaza a quien se las hace. Nuestra seguridad individual invisible para vosotras nos lleva a una seguridad colectiva que tampoco nos preocupa mucho. Así es ¿por que ha de preocuparnos? no pensamos igual que vosotras, es todo. Si necesitáis poner a prueba a un hombre para ver si este está seguro, seréis vosotras las que empezaréis el error.

En las películas, los videojuegos, los cómics, las series de televisión, se aprecia  una falta de diversidad  en los modelos masculinos; unos son machos alfa en acción, otros donjuanes, y  otros son unos “calzonazos” que no saben dominar a sus mujeres.

No vamos a entrar en el terreno de la fantasía y sus ventas, si quieres te podemos poner en contacto con cuarto milenio o algo parecido y le cuentas tu historia.

En cuanto a lo de calzonazos, los habrá, por supuesto, hay hombres débiles. Y son estos a los que os gusta criticar quizás.

En cuanto a los que no saben dominar a sus mujeres. Es mas sencillo que eso, si tenemos que estar pendiente de una mujer que necesita ser dominada para no ser mala, simplemente no estaríamos con esa mujer. Somos inexpugnablemente sencillos y no nos preocupa que no os guste. Simplemente queremos que no nos traten mal, como puede quererlo cualquier otra persona, hombre o mujer. Pero en este párrafo se  nos compara con los calzonazos, que como ya dije, los habrá.

Gracias a la mitificación de la violencia viril de nuestra cultura, la mayor parte de los hombres quieren ser vencedores, héroes o conquistadores de mujeres. La cantidad de mujeres que pueden seducir es la prueba de su hombría, de ahí que se les eduque para ser promiscuos, y para relacionarse con las mujeres únicamente  desde la necesidad. Por eso el papel de las mujeres ha sido siempre el de satisfacer sus demandas sexuales, y además ejercer de criadas para cubrir sus necesidades afectivas y materiales.

No es una mitificación, simplemente es algo que no queréis ver porque os conviente. Hoy en día, en el marco de la pareja heterosexual, la cantidad de hombres maltratados roza a la de mujeres maltratadas, por primera vez estámos a punto de converger, y esto lo expliqué bien en noticias anteriores.

No se nos puede encasillar en que queremos ser, queremos ser nosotros mismos sin que se nos encasille. Queremos ser personas, igual que vosotras, pero por alguna razón se negáis a vernos así. No necesitamos seducir a muchas mujeres para sentirnos bien, quien quiera que lo haga y quien que no lo haga. Esto no va con el género, va con la persona. Nuevamente, señora, nos preguntamos a cerca de su título de doctora, ¿donde ha tomado usted esta información? ¿utilizó algún método que limite los resultados?.

La mayoría de hombres ni presta atención al movimiento masculinista porque su vida es perfecta en el marco de los temas que estamos tratando. Por eso detectamos un encasillamiento, una manipulación y una redefinción del hombre al antojo de las mujeres. Incluso mujeres de nuestro entorno cercano, continúan hablando de esta crisis de masculinidad como si tuviéramos un problema. No tenemos ningún problema, simplemente damos la espalda a vuestro problema de discriminación con nosotros, porque está visto y comprobado que no queréis diálogo, que lo que queréis es dirigir la igualdad sin nosotros. Ya muchos y cada vez mas, nos negamos a poner nuestro punto de vista porque sabemos que automáticamente nos lo rechazan como si fuésemos tontos y no supiéramos quienes somos.

Un hombre poniendo su punto de vista al feminismo es como un si un gorrión que está haciendo su nido, observa a una tortuga que está subida a un poste. El gorrión es el masculinismo, que esta empezando a construirse, y la tortuga en el poste, es el feminismo, nadie sabe como llegó tan lejos, pero no hace nada estando ahí ella sola.

Con la revolución feminista, muchas mujeres dejaron de configurar su vida en torno a la necesidad de ser poseída por un hombre, y se rebelaron contra la doble moral sexual que les obliga a ser fieles y que en cambio premia la promiscuidad masculina. Las mujeres posmodernas reclaman a sus compañeros  mayor implicación sentimental y más comunicación, reparto igualitario de las tareas domésticas, relaciones plenas que no se basen en la evitación o la huida. Las mujeres de hoy ya no quieren cumplir el papel de “freno de mano” del hombre, y muchas se rebelan contra el rol de madre que han de cumplir para que sus maridos se comporten como personas adultas.

Este párrafo en cambio, solo habla de mujeres. Y desde el punto de vista y análisis masculino, nos parece correcto. No tenemos ninguna lucha. Queremos igualdad, sabemos que tenemos que colaborar en casa. Todo correcto.

Añadiendo que, y de nuevo, los hombres estamos cansado de ser el freno de mano de los excesos del feminismo. Sabemos que no lo podemos parar, y posiblemente se autodestruya por incoherente. Ya no nos importa, de todas formas no aceptabais nuestro dialogo.

A algunos hombres les cuesta relacionarse igualitariamente con su familia o su pareja porque los entornos “masculinos” (trabajo, deportes, negocios, política) son jerárquicos y competitivos, y  porque con respecto a las mujeres siempre se han situado o bien en un plano superior, o en un plano de dependencia emocional. Además, han sido educados para reprimir sus emociones, y esta falta de expresividad les está pasando factura. Les cuesta abrirse y compartirse, comunicar, mostrar cariño en público a otros hombres, mostrar miedo o debilidad. Porque fueron educados para ser machos heterosexuales, duros, promiscuos, fuertes, inquebrantables; se les mutiló para que no se dejen llevar por la sensibilidad o los sentimientos bajo el lema “los hombres no lloran”.

También os tenemos que dar la razón en esto, aunque con ciertas modificaciones. Normalmente cuando por culpa del género feminino, sufre un hombre, lo llamamos hembrismo, pero en este caso si que es machismo cultural. Sabemos que los hombres entre nosotros hemos sido imbéciles y hemos competido entre nosotros por casi todo. Pero esto hoy en día ya no es así, os actualizo que esto se reduce solamente a un aspecto infantil de algunos niños. El cual debemos seguir corrigiendo. También todo depende del colegio donde estén aprendiendo, de la familia que los cría. Evidentemente ni el feminismo ni el masculinismo pueden estar en todas partes.

Ya de adultos, si tenemos que expresar nuestras emociones a otros hombres, lo hacemos aunque quizás en privado. Ya es cuestión de gusto y respeto y no de represión o cultura.

Y nos gustaría introducir un lema que nos gustaría que os plantearais muy en serio. Ya que seguro que muchos sufrimos este machismo/hembrismo de niños cuando nos dicen “a las niñas no se les pega”. Nos gustaría añadir “a los niños tampoco”. Ya que lo que buscamos es igualdad, porque ¿vosotras también buscáis igualdad, cierto?

Por todo esto a los varones les cuesta relacionarse en un plano de igualdad, y por esto las parejas también están en crisis. El modelo de relación basado en la dominación y la sumisión ya no funciona ahora que las mujeres pueden trabajar y no necesitan marido para sobrevivir. La liberación de las mujeres ha logrado que no nos relacionemos ya desde la necesidad de tener un proveedor, sino desde la libertad para compartir la vida con quien una desee.

De acuerdo con el final. No con el principio. Nos cuesta relacionarnos en un plano de igualdad, porque nos habéis quitado la igualdad con leyes injustas. Y las parejas están en crisis no solo porque la mujer es autosuficiente, cosa que nos parece bien, sino también por como os dijimos antes, damos la espalda al feminismo que cuando ya tiene igualdad, lo que quiere es algo mas allá. Y al igual que habrá mujeres extremistas, también hay mujeres igualitarias; no esperéis que sean las igualitarias las que se quejen de la crisis. Los medios de comunicación siempre atienden al ruido. ¿Te quejas? Pregúntate por que.

Mientras las mujeres han ido empoderándose, los hombres sienten que han perdido su función como papel de proveedor principal, cabeza de familia, rey de su casa y amo de sus propiedades, su mujer, sus hijos e hijas. Ya no son necesarios ni para la defensa, ni para el mantenimiento del hogar, ni para la reproducción, como lo demuestra el aumento de familias monoparentales encabezadas por mujeres autónomas, y como lo demuestra el creciente uso de las técnicas de reproducción asistida.

Muy cerca de su título pero muy lejos de la realidad. Los hombres ya sabemos que las mujeres son autosuficientes y no nos decepciona dejar de ser proveedores. Al contrario, esperamos no serlo, es lo justo en un ambiente de igualdad. Ahora solo importan las personas y no el poder. Tampoco habláis de familias monoparentales de dos hombres. Por favor, nos seguís excluyendo, queremos ver su doctorado. Dentro de esa autosuficiencia tampoco habláis de la igualdad en una separación: ¿os habéis planteado que ya que estamos en igualdad de condiciones, sea la mujer alguna vez la que le pase la pensión a su ex-marido? El feminismo no trata de eso, ¿verdad?. Es igualdad solo lo que os conviene.

La autoridad del pater familias ya no es sagrada. Ahora todo es negociable y las familias son democráticas: en casa se hablan las cosas y se llega a acuerdos, se reparten tareas, se apoya a quien lo necesita. Las mujeres se las arreglan solas ante los “maridos ausentes” (cada vez existen más jefas de hogares monoparentales en todo el mundo).  Los “padres ausentes” van perdiendo todo su poder porque no están, porque no son, porque son incapaces de comunicarse ni de vincularse emocionalmente con sus hijos/as. Ahora el respeto y el cariño hay que ganárselo, y muchos no saben por dónde empezar.

Y es que a muchos hombres les cuesta comprometerse. Con las mujeres, con los hijos, con las responsabilidades de la vida. Su constante deseo de escapar (de sí mismo, de sus sentimientos, de sus compromisos, de sus problemas, de su paternidad) revela, según algunos expertos en los estudios de las masculinidades,  la inmadurez de algunos para hacer frente a la vida.

Desde nuestro punto de vista, con esta revolución de poderes, son las madres las que impiden a los padres involucrarse en el ambiente familiar. Ya lo decía Toni Cantó. Y encima lo criticaron. Ya nadie sabe que queréis.

Y en cuanto a lo de hacer frente a la vida, poco tiene que ver con el género.
Me saltaré los 3 siguientes párrafos por lo mismo.

El “nuevo hombre” se enfrenta a una libertad desconocida para configurar su identidad, y eso le angustia, porque ha de inventarse nuevos modos de ser y de relacionarse y no sabe muy bien por dónde tirar. Algunas mujeres se quejan de la indecisión masculina, de la inseguridad que les paraliza, de su falta de madurez. El  varón posmoderno no sabe si las mujeres desean machos posesivos o compañeros de viaje,  y sufre por las contradicciones internas entre el discurso y la práctica, entre el deseo de igualdad y las estructuras machistas que habitan en todos los hombres y mujeres educadas en la tradición patriarcal.

El nuevo hombre está disfrutando de su nueva libertad ya que “ser jefe” es algo molesto. Quizá será que a las mujeres no les gusta la libertad que tiene el hombre a su manera, y quieren que el hombre tenga libertad a la manera de la mujer.

No sabemos que tipo de compañía queréis, generalmente porque vosotras mismas no os aclaráis, pero esto no es nuevo, esto ha ocurrido siempre. Pero no nos queda mas remedio que ignorar parte del mensaje cuanto este contiene las letras “patriarc”. Nos da alergia porque sabemos que el mensajero quizá sea una de esas extremistas.

Algunos aceptan el desafío y están explorando caminos desconocidos, rompiendo las barreras que les limitan, liberándose de la opresión que sufren desde que están en la cuna. Estos aventureros están re-pensando la masculinidad hegemónica y la diversidad de las masculinidades, están haciendo autocrítica, están planteándose nuevos retos, y se atreven por fin a construir su propia identidad al margen del machismo y la homofobia de nuestra cultura patriarcal. No es fácil porque todos llevamos incorporados estos esquemas, estos roles, estos estereotipos que nos dicen como es un “verdadero” hombre o como es una “verdadera” mujer. Pero basta con darse cuenta de que hoy la identidad no es un producto acabado, sólido, estable, sino que es más bien un proceso en el que todo cambia.

Muchos se unen para organizarse y forman  grupos de Hombres Igualitarios. Trabajan en varias áreas: activismo, talleres, encuentros, intercambios, terapias grupales e individuales, charlas, capacitaciones, investigación. En estos grupos se juntan varones de todas las edades y clases sociales, de diferentes religiones e ideologías, con un objetivo común: hablar. Hablar de sí mismos, analizar la educación que han recibido, cómo se sienten ahora, y qué pueden aportar ellos a la lucha por la igualdad y los derechos humanos.

Estos grupos de Hombres escriben en webs y blogs, publican libros, comparten información, crean redes de grupos masculinos, se reúnen en congresos internacionales, lanzan campañas a favor de la paternidad, salen a la calle a protestar contra la violencia hacia las mujeres o contra la explotación de esclavas sexuales. Trabajan con hombres maltratadores, realizan talleres de prevención con adolescentes, deconstruyen la masculinidad tradicional opresora, y reivindican otras masculinidades diferentes, otras formas posibles de ser y estar en el mundo.

Los hombres igualitarios desean mejorar sus relaciones con los amigos, sus relaciones sexuales y sentimentales, sus vínculos familiares. Reivindican su derecho a ejercer y disfrutar de la paternidad. Están revolucionando sus relaciones en la cama, en el trabajo, en la familia, y comienzan a sentir que tienen nuevos roles, nuevas metas, nuevas inquietudes. Estos nuevos varones están marcando el camino hacia una cultura más pacífica y amable, de relaciones más igualitarias y afectos más diversos.

Creo que son los único párrafo en el que te refieres a nosotros. El resto es concepción errónea.

Aunque te falta mucho por añadir, lo típico que el hembrismo mediático censura sobre el masculinismo. Ya que esta todo subvencionado y dejo de ser del pueblo hace muchos años. Como por ejemplo, la violencia contra los hombres, siempre censuráis esto, y por eso os damos la espalda.

Nosotros en cambio criticamos también cuando los hombres se pasan de la raya. Me gustaría veros a vosotras haciendo eso.

El gran reto ahora, creo, es la lucha por la conciliación laboral y familiar. Los hombres quieren disfrutar de la crianza y la educación de los niños y las niñas, de modo que están pidiendo a los gobiernos y las empresas que permitan a los padres disfrutar de los mismos derechos y obligaciones que las madres.

Creo firmemente que es necesario que hombres y mujeres trabajemos unidos, porque lo que beneficia a unas, beneficia también a los demás, y porque tenemos el mismo sueño: una sociedad igualitaria en la que no se discrimine a la gente por sus diferencias, una sociedad sin jerarquías ni luchas de poder, una sociedad pacífica e inclusiva en la que tengamos toda la libertad para configurar nuestras identidades  al margen de las imposiciones sociales, y más allá de las etiquetas.

Todo de acuerdo. Pero contradictorio entonces con el resto de tu escrito.


Para Coral HG
De Masculinismo

Le planteamos seriamente que deje de lado sus estudios y deje de preconcebirnos o de reconcebirnos y nos mire tal cual somos.

Los hombres dejarán de ignorar el feminismo, cuando las feministas dejen de imponer su idea sin evaluación del hombre y contra el hombre.

Mientras tanto podéis seguir en vuestro mundo de fantasía femenina donde lo sabéis todo de todos, donde siempre hacéis lo correcto, donde siempre lleváis razón, donde no necesitáis otro punto de vista, donde todo vale contra el hombre, donde la crisis masculina esta definida por la mujer porque el hombre se esta adaptando. Nada os impide seguir en ese mundo de fantasía. Nosotros ya sabemos que no podemos aportar nada porque la respuesta siempre es un no, pero os dejamos observar nuestra preciosa espalda.

No obstante si algún día cambiáis de idea, os destaponáis los oídos, y queréis hablar sobre cosas que les preocupan a los hombres de verdad, el movimiento estará escuchando, aunque muchos hombres ya no estarán para vosotras.

La verdad de esto me espero mas bien una crítica destructiva y comentarios sobre el machismo que os harán ver espaldas, antes que una conversación de flujo bidireccional. Pero ahí os queda. Nosotros vamos a avanzar. Vosotras decidiréis si queréis avanzar, solas.

Haced lo que queráis con vuestro feminismo desigualitario, pero dejadnos a los hombres que nos definamos a nosotros mismos, que ya lo hacemos bien, no somos tontos.

¿Que dicen otros masculinistas?

  • Yo esto ya lo sabía fijándome un poco en la sociedad, siempre lo explico con una balanza, lo normal es equilibrarla y no pasar de un lado al otro, porque al final seguiremos con el mismo problema pero a la inversa, el problema esta en la educación que se da respecto al tema, y quienes tienen que cambiar en gran mayoría son las mujeres porque a día de hoy el hombre esta cambiando, hemos cambiado,somos conscientes de que tenemos que tener igualdad pero las mujeres no lo ven ,parece que seguimos en otro siglo y siguen luchando por causas que ya no existen, a día de hoy los hombres machistas son una minoría por lo tanto se deberían de tomar como individuos y no como hombres, las mujeres a día de hoy son mas sexistas que los hombres pero nadie lo ve supongo que porque nadie las ve como un problema, que conste que yo me baso en lo que veo, en mis experiencias, y constantemente hay mujeres quejándose de los hombres y no escucho ninguna queja de los hombres hacia las mujeres, todos tenemos que vernos como personas y no por nuestro sexo,raza,sexualidad o religión….todo el mundo lo sabe pero no lo llevan a cabo, que es lo que falla? LA EDUCACIÓN Y POR CONSIGUIENTE LA INTELIGENCIA.

Las 11 diferencias entre las mujeres inmaduras y las mujeres maduras

http://altopao.com/las-11-diferencias-entre-las-mujeres-inmaduras-y-las-mujeres-maduras/
1. Las mujeres inmaduras quieren controlar al hombre en sus vidas. Las mujeres maduras, saben que si el hombre es realmente suyo, no hay necesidad de control.
2. Las mujeres inmaduras te gritan porque no las llamas. Las mujeres maduras están demasiado ocupadas y sólo se limitan a decirles con poemas y mensajes dulces que la recuerdes.
3. Las mujeres inmaduras monopolizan el tiempo de su hombre. Las mujeres maduras se dan cuenta de que un poco de espacio, hace del tiempo juntos algo mas especial.
4. Las mujeres inmaduras no perdonan y se castigan y castigan por el rencor, en cambio, las mujeres maduras perdonan, ofrecen su hombro y un pañuelo.
5. Las mujeres inmaduras tienen miedo de estar solas. Las mujeres maduras lo utilizan como tiempo para su crecimiento personal.
6. Las mujeres inmaduras ignoran a los buenos hombres. Las mujeres maduras ignoran a los malos.
7. Las mujeres inmaduras lastimadas por un hombre, hacen que todos los hombres paguen por eso. Las mujeres maduras saben que fue sólo un hombre y nada mas.
8. Las mujeres inmaduras se enamoran y persiguen sin descanso. Las mujeres maduras saben que algunas veces el que tu amas, te amará y si no, continúan su camino sin rencor.
9. Las mujeres inmaduras te hacen que vuelvas a casa. Las mujeres maduras hacen que quieras siempre volver a casa. 10. Las mujeres inmaduras dejan su agenda abierta y esperan a que su hombre hable para hacer planes. Las mujeres maduras hacen sus planes y cariñosa mente notifican a los hombres para que ellos se integren como mejor les convenga.
11. Las mujeres inmaduras leerán esto y harán una mueca. Las mujeres maduras lo compartirán