Recientemente los medios kenianos se han hecho eco de una noticia que vuelve a revelar el doble estándar de gobiernos e instituciones internacionales sobre las circuncisiones masculina y femenina, tratados en una entrada anterior.
Durante la llamada “temporada de circuncisión” que toma lugar en agosto, doce hombres fueron circuncidados a la fuerza en Kenia. Sus esposas fueron quienes revelaron a las autoridades tribales que no estaban circuncidados, quejándose de falta de higiene y una pobre satisfacción sexual cuando se acostaban con sus maridos. Después de ser emboscados, desnudados, cubiertos de barro y paseados por los alrededores, los doce hombres fueron circuncidados a cuchillo y sin anestesia, según el Kenyan Post. Otras fuentes dicen que la circuncisión fue llevada a cabo por especialistas médicos, a diferencia de en el pasado, y que recibieron ayuda para mantener a sus familias mientras curaban sus heridas. En cualquier caso, 50 hombres han acampado junto a la comisaría local para evitar el mismo destino.
Una de las esposas, Anne Njeri, que presenció el incidente el viernes, le dijo a la radio [West FM]: “Estamos felices con la decisión de haber cortado a estos hombres porque los hombres no circuncidados son sucios y no hacen un buen papel en la cama, por lo que estamos seguros de que sus esposas disfrutarán ahora de sus matrimonios”.
Peter Kariuki, uno de los responsables del ataque, dijo: “Esta gente ha estado discutiendo con nosotros sobre muchas cosas, incluyendo competir por mujeres, pero son chicos y por ello hemos decidido transformarlos en hombres, para que merezca la pena que compitan y discutan con nosotros. También les estamos diciendo a aquellos que no han sido circuncidados que lo hagan porque es una buena cosa, ya vieron cómo lo celebraron las mujeres”.
He de señalar que ninguna de las tribus involucradas en este suceso (Luo, Turkana, Luhya e Iteso) practican la circuncisión femenina, de modo que no puede leerse el incidente como una forma de retribución por parte de las mujeres. Además, la circuncisión femenina estálegalmente prohibida en Kenia, algo que no ocurre con la masculina, promocionada de hecho tanto por el gobierno como por las instituciones internacionales para prevenir el sida.
Aunque los detractores de la circuncisión femenina tienden a minimizar la masculina para hacer su caso, en realidad la circuncisión de los hombres no es un asunto nimio. En Sudáfrica murieron 36 jóvenes durante una de estas “temporadas”, más cientos que enfermaron.
La noticia me pareció relevante no sólo por su brutalidad, sino también por la dinámica de poder entre hombres y mujeres que retrata. Siempre se nos suele decir que en el pasado los hombres dominaban a las mujeres y éstas no tenían poder alguno sobre los varones, algo que numerosos ejemplos históricos demuestran como una falsedad. Lo mismo tiende a decírsenos de muchas sociedades no occidentales, pero como esta noticia revela, se trata de una narrativa simplista. Los hombres insisten en que las mujeres cumplan con su rol de género y las expectativas que ello conlleva, pero igualmente las mujeres exigen que los hombres cumplan con el suyo (como ocurrió con las Plumas Blancas) y acuden a las autoridades locales o religiosas si perciben que no es así, caso de esta noticia.
Como ya he afirmado en otras ocasiones, la idea de que las mujeres eran mayoritariamente espectadoras pasivas ante la violencia que los hombres ejercían entre sí es una creación moderna. Esta noticia constituye un ejemplo más. Aunque los ejecutores de la circuncisión forzada fueron hombres, las mujeres instigaron el ataque y posteriormente lo celebraron. Los motivos difícilmente podían ser nobles: un aumento de la propia satisfacción sexual. Con esto no quiero decir, como alguien interpretará, que las mujeres “son muy malas” sino que en una comunidad ambos sexos tienden a estar de acuerdo en cuanto a la definición del uso apropiado e inapropiado de la violencia. Los hombres la ejecutan, pero las mujeres también colaboran en el proceso (aunque en otros casos como en la circuncisión femenina ellas son las ejecutoras).
Ahora invirtamos los sexos de la noticia para imaginar cómo sería el ultraje. Doce hombres denuncian a las autoridades tribales que sus esposas no están circuncidadas y por tanto son sucias y no les satisfacen en la cama. Acto seguido las mujeres son emboscadas y circuncidadas a la fuerza, mientras los hombres dicen alegrarse de que ése sea el caso. Unas cincuenta mujeres acampan alrededor de la comisaria para no correr el mismo destino. Además, no se trata de un hecho aislado.
Como pueden imaginar, esto habría sido internacionalmente denunciado como una violenta agresión sexual y la noticia aparecería en la mayoría de los diarios. La ONU, por su parte, ya estaría demandando que Kenia cambiase sus leyes.
Cuando esto le ocurre a los hombres, sin embargo, recibe el tratamiento de “curiosidad”. Como ya mencionamos, la Organización Mundial de la Salud (dependiente de la ONU) aprobó la circuncisión como método para combatir el sida, y al fin y al cabo, la circuncisión masculina, dentro del imaginario colectivo “no es para tanto”.